En vez de implantarlos bajo la clavícula y conectarlos mediante un cable por una vena hasta el corazón, como era habitual, el Álvaro Cunqueiro ha empezado a colocar desfibriladores bajo la piel. Una técnica menos invasiva, que reduce las complicaciones derivadas de la intervención y las posibles infecciones. Además, el nuevo dispositivo es compatible con las resonancias magnéticas. Es uno de los primeros hospitales españoles que lo pone, según informa el Sergas.

Los desfibriladores se implantan en pacientes que sufren arritmias -alteración del ritmo cardíaco- ventriculares. Se pueden deber a infartos, patologías hereditarias o congénitas y otras cardiopatías. Para devolverle la frecuencia cardíaca normal y evitar la muerte , los dispositivos convencionales que se les colocan constan de un generador de energía eléctrica que se coloca bajo la clavícula, mediante una incisión lateral próxima a la axila. Se conecta a un cable que debe introducirse hasta el corazón a través de una vena. Cuando el portador sufre una arritmia, emite una descarga eléctrica que consigue restablecer la frecuencia normal de los latidos del corazón.

El desfibrilador subcutáneo se implanta "sin usar el sistema vascular y sin acceder a las cámaras del corazón" lo que lo convierte en una técnica "menos invasiva" que reduce las complicaciones que pueden producirse en el procedimiento estándar", según explica el doctor García Campo, coordinador de la Unidad de Arritmias. Añade que, "otras de las ventajas consiste en que reduce las posibilidades de infecciones y las posibles complicaciones derivadas de la intervención".

Además, este dispositivo permite hacer a estos pacientes resonancias magnéticas, la prueba de referencia de diagnóstico por imagen más precisa y habitual para detectar anormalidades en tejidos blandos y diagnosticar gran parte de enfermedades, incluido el cáncer, accidentes cerebrovasculares o problemas neurológicos.

El Chuvi ya empezó a implantar hace dos años desfibriladores compatibles con esta prueba para que estos pacientes no tuvieran que renunciar a ella, con los riesgos que eso comportan. Pero los dispositivos empleados no eran subcutáneos, sino que requerían la introducción de un cable "por vena" hasta el corazón.