Casi un mes después del robo y la agresión sufrida por el párroco de San José Obrero y Santa Rita de Vigo, la investigación emprendida por la Policía Nacional para localizar a los presuntos responsables y esclarecer los hechos ya ha dado sus frutos. Los agentes detuvieron este miércoles a dos jóvenes de origen brasileño por la supuesta autoría del asalto, por el que la víctima, Don Antonio Rodríguez Suárez, de 82 años, muy querido y apreciado en su parroquia, todavía permanece ingresado en el Hospital Álvaro Cunqueiro de la urbe olívica. Tras los arrestos, ayer mismo ambos chicos pasaron a disposición del Juzgado de Instrucción número 3 de Vigo, encargado de dirigir las pesquisas ya que era el que estaba de guardia cuando el 8 de octubre, un sábado por la tarde, ocurrieron los hechos. La magistrada decretó el ingreso en prisión provisional de ambos.

Las detenciones, así como las entradas y registros domiciliarios, se practicaron el miércoles. Uno de los jóvenes fue apresado en la calle Torrecedeira -donde el operativo policial desplegado en esa concurrida zona llamó la atención de viandantes que pasaban por allí- y el otro en una calle del centro de Vigo. Fue ayer cuando comparecieron ante la magistrada instructora, en una jornada en la que también se habría llevado a cabo una rueda de reconocimiento. Aunque no trascendieron datos sobre las evidencias que habrían llevado a estas detenciones, una de las vías de investigación emprendidas por la Policía y que previsiblemente sería clave fue la de recopilar las imágenes de las cámaras de seguridad de los negocios existentes en el entorno y en las calles próximas a esta céntrica iglesia ubicada en las cercanías del Hospital Xeral.

Hechos

El asalto ocurrió la tarde del 8 de octubre. Según trascendió entonces, el párroco estaba en la iglesia y un joven entró en la oficina en la que se encontraba con la excusa de que se quería confesar. Todo era una tapadera. Don Antonio fue víctima de una paliza por parte de ese primer chico y de otro, que se llevaron un botín consistente en unos 1.400 euros y varias piezas de oro, así como el reloj y las gafas del sacerdote.

Dos personas que estaban en ese momento en el templo fueron llamadas en esos primeros días a declarar como testigos ante la Policía Nacional. Una de ellas era una mujer, catequista en la parroquia, que ese sábado tras ir a dar un paseo decidió parar en la iglesia para rezar. Según ella misma relató en aquellas fechas a FARO, vio salir corriendo de refilón a un chico vestido de blanco y con una visera, con una bolsa de plástico en la mano, y poco después a otro que, describió, iba "de rojo". Desde el lugar en el que se encontraba no observó ni vio nada raro, por lo que no le extrañó que dos jóvenes saliesen del templo, ya que el cura ayudaba a chicos de la zona. Pero de repente observó a Don Antonio abandonar el templo "con la mano en el pecho, la cara ensangrentada y casi sin poder respirar". A esa mujer le contó que, además de la agresión, le habían tapado la boca y "casi lo asfixian". El otro testigo era un varón que estaba en las escaleras del recinto religioso y vio salir corriendo a los chicos.

Tras la agresión el párroco fue al cercano Hospital Xeral, pero le dieron el alta al poco tiempo. Aún dio la misa de las 8 de la tarde de ese sábado y las dos de la mañana siguiente. Pero se empezó a encontrar mal y ese domingo ya fue ingresado de urgencia en el Álvaro Cunqueiro para ser operado de un derrame cerebral que presentaba. Ingresó en la UCI y estuvo 20 días en coma y con respiración asistida. A día de hoy está en planta, aunque su estado sigue siendo grave y presenta un cuadro de neumonía.