Defiende Arturo Leyte que "solo la universidad pública puede ofrecer a la sociedad la posibilidad de la enseñanza de la ciencia en su conjunto", pero los cambios que necesariamente debe acometer implican esfuerzo por parte del alumno. Una palabra que aparece de forma repetida en el discurso de todos los expertos consultados, partidarios de facilitar el acceso, pero también de la exigencia. Esto es, de la meritocracia.

"No se debe entrar en la universidad porque no sabes qué hacer de tu vida. Los estudiantes son adultos, votan igual que yo, y por tanto tienen derechos pero también responsabilidades. Puede que la sociedad española no esté preparada aún, pero hay que trabajar en ello", propone Posada.

"Todo el mundo debe tener oportunidades, pero habría que ser más exigente en el nivel. Los políticos quieren que la gente estudie pero que acabe pronto las carreras y tenemos una presión muy fuerte respecto al número de aprobados. Esto supone una merma de la calidad", critica Ardao.

Así las cosas, los docentes se encuentran en las aulas con muchos alumnos que solo buscan un título y que son "un lastre" para los realmente motivados. Y otro hándicap para contar con una universidad de calidad, apunta Arturo Leyte, son los niveles inferiores educativos, que se basan en la "repetición de contenidos y olvidan las habilidades intelectuales básicas como leer, operar matemáticamene, escribir, interpretar o hablar en público".