Julio, el viernes te fuiste y el sábado te despedimos de la única manera que sabemos: tocando. Ya sabes, esas mismas cosas que hace treinta años venimos ensayando... Era la primera vez que nos reuníamos desde agosto, nuestra última actuación. ¿Te acuerdas? Pero esta vez no estabas, sonaba distinto y lo hicimos bastante mal. Tienes que perdonarnos.

Ahora nos dejas y ya no te vamos a ver llegar, de noche, con el saxo colgado de la trenka, tu andar pausado y con esa elegancia que nos contagiabas y hacía que nos sintiésemos músicos cosmopolitas.

Sabemos que vas a estar bien, donde te corresponde, con los hombres buenos, con Carlos y Alberto debatiendo apasionadamente horas y horas sobre cualquier cosa analizada desde todos los puntos de vista posibles y buscando el Cerne da Deboura que nos permita volver a tocar todos juntos.

Mientras tanto, volveremos al ensayo como si no hubiera pasado nada. Es lo que tú querrías. Lo de siempre, no te preocupes, nada nuevo. Y no dudes de que todos, sin decírnoslo, estaremos esperando oír otra vez tu voz, con ese acento que le pones no se sabe muy bien si de intérprete de Alabama o de animador del Auria de Ourense diciéndonos,

Ahora vengo yo a cantar sereno,

ahora vengo yo con sabor aunque no sea moreno.

Ahora vengo yo a cantar distinto,

con mi estilo especial de palabras y ritmo

Un abrazo amigo del alma, compañero.