Los profundos cambios que ha vivido durante los últimos años el sector financiero dejan su huella en Vigo. Según los datos del padrón del IAE (Impuesto sobre Actividades Económicas) que maneja el Concello, en el último lustro ha cerrado sus puertas una de cada tres oficinas financieras de la ciudad. Si en 2011 el registro municipal contabilizaba 299 sucursales, hoy su número se ha recortado de forma drástica hasta situarse en 196. Hace una década eran 288, de las que más de la mitad se correspondían con cajas de ahorros. Hoy su presencia en Vigo es totalmente residual, con solo una entidad.

Detrás de ese cierre masivo de oficinas se esconde el severo reajuste que ha experimentado el sector a lo largo de los últimos años, especialmente a raíz de las fusiones que se sucedieron en 2010 -en Galicia destaca la que dio lugar a la desaparecida NovaCaixaGalicia- o los esfuerzos de las entidades por ajustar su infraestructura. Esta misma semana FARO avanzaba que Banco Popular prevé clausurar 42 oficinas en Galicia -de las 302 que se cerrarán en toda España-, lo que vendría acompañado además del recorte de unos 250 empleos.

La ciudad más afectada será Vigo, que verá como echan el cierre nueve sucursales: las de Gran Vía y Sárdoma, con la marca del Popular; y otras nueve en Reconquista, Travesía de Vigo 111, Conde de Torrecedeira, Parque Logístico de Valladares, la de la carretera de Valladares, Avenida de Fragoso y Ramón Nieto, todas de la marca Pastor.

Se mantendrá así la tendencia que se mantiene de forma ininterrumpida desde el inicio de la crisis económica. Tras años de crecimiento y apertura de oficinas, en 2008 comenzó una oleada de cierres que se ha mantenido ininterrumpida hasta ahora. Los últimos datos revelan, eso sí, que el ritmo de las clausuras parece frenarse. La tendencia no es exclusiva de Vigo y se constata también en A Coruña, Santiago de Compostela, Ourense, Pontevedra o Lugo.

Más allá de las fronteras gallegas la realidad es la misma. Entre 2008 y 2015 el sistema financiera español ha visto cómo cerraban sus puertas 14.740 oficinas, casi un tercio del parque de sucursales del que disponía antes de la crisis y durante los mejores años del mercado inmobiliario. Un estudio divulgado en mayo por la consultora Tatum concluía que en la provincia de Barcelona habían dejado de operar 2.500 sucursales -el 40% de su red-. En Madrid el ajuste fue también notable, alcanzando durante ese período a 2.147 oficinas.

El informe de Tatum explica que, "aunque el cierre de oficinas ha sido generalizado" en todo el país, lo han padecido de forma especial aquellas ciudades donde había una mayor presencia de las entidades que recibieron ayudas públicas. También -continúan sus expertos- "en los mercados donde las cajas de ahorro concentraron los procesos de expansión fuera de sus territorios tradicionales".

El estudio concluye en cualquier caso que España tiene "un excesivo número de oficinas bancarias teniendo como referencia el tamaño del mercado". Para demostrarlo, recuerda que el ratio de habitantes por oficina es menor aquí que en Italia o Alemania.

Los cierres influyen también en el mercado inmobiliario al dejar desocupados un número importante de bajos comerciales. En 2012 la Federación Gallega de Empresas Inmobiliarias (Fegein) ya llamaba la atención sobre los espacios que estaban dejando libres los bancos y cajas. El colectivo señalaba además que muchos de esos bajos se situaban en zonas céntricas, por lo que sus alquileres eran elevados.