No llega ni a diez centímetros pero sus colmillos, los más grandes del reino animal, resultan igualmente terroríficos. El biólogo Álvaro Roura (Vigo, 1984) capturó un pez víbora durante un muestreo nocturno a bordo del Sarmiento de Gamboa y pudo inmortalizarlo aún con vida en una imagen que ha sido seleccionada entre las 100 mejores de 2016 en el concurso internacional de fotografía científica "Nikon Small World". El jurado emitirá su veredicto el día 19, pero el certamen incluye también una votación popular en la que la intimidante criatura ya ha escalado hasta el segundo puesto. Y la consulta permanecerá abierta hasta el día 25 (nikonsmallworld.strutta.me/entries/142306).

Roura es el autor de una tesis pionera y de alto impacto internacional sobre la alimentación de las larvas de pulpo para la que tuvo que realizar muchos muestreos oceánicos. En uno de ellos apareció el protagonista de la imagen: "Lo que buscábamos era zooplancton con mallas muy finas pero en cada arrastre aparecían especies impresionantes que aprovechaba para fotografiar. En uno de ellos, a las tres de la mañana, llegó el pez víbora. Estábamos a unos 50 kilómetros de la costa y la zona donde hicimos el lance tenía unos 2.000 metros de profundidad".

El pez víbora (Chauliodus sloani) vive entre los 500 y los 100 metros y cada noche asciende casi hasta la superficie para alimentarse. "Y al amanecer vuelve a descender realizando la mayor migración vertical del océano. Mucha gente trabaja con muestras de este pez conservado en alcohol en las que se muestra blanquecino pero es complejo fotografiarlo vivo y con todo su color", apunta Roura.

En su imagen se aprecia nítidamente el pequeño órgano luminoso azul situado bajo el ojo y que genera una luz roja inapreciable para las presas pero que al pez le permite detectarlas en la casi absoluta oscuridad. Esta estrategia "única y muy efectiva" se aprovecha del hecho de que muchos crustáceos abisales son de color rojo como mecanismo de defensa.

Pero además, esta especie también cuenta con una doble hilera de luces en su parte ventral, desde la cabeza a la cola -los cuatro órganos amarillos que aparecen en la fotografía- para camuflarse, puesto que muchos depredadores están adaptados para observar hacia arriba y detectar el perfil de otros ejemplares recortado contra el azul que desciende.

Roura y su mujer comparten sus fotografías submarinas en las redes a través de su web Zooplanktoning. "Los concursos son una buena manera de hacer llegar el fondo del mar a cada ordenador y persona. No solo se trata de votar, sino también de aprender e incluso puedes crear vocaciones. Siempre muestro al pez víbora en colegios y es una gozada ver cómo se iluminan las caras de los niños":

El biólogo, que ya obtuvo el segundo premio del certamen gallego InvestigArte de 2012 con una imagen de un pez víbora devorando a un pez hacha, presentó otras dos fotos al Nikon Small World de copépodos, unos crustáceos microscópicos que no causaron tanta impresión en el jurado. "El Chauliodus sloani es muy atractivo porque tiene un aspecto aterrador y parece una creación de dibujo. Y además tuve la oportunidad de explicar al jurado cómo funcionan sus órganos visuales en las profundidades", comenta.

Los dos copépodos retratados habitan en aguas de la Ría y uno de ellos, un ejemplar hembra con huevos, es un parásito de las babosas de mar. Precisamente, el estudio de estos crustáceos podría llevar a Roura de nuevo a Australia, de donde regresó en junio tras una estancia postdoctoral: "Estoy pendiente de un proyecto para estudiar el efecto de la dieta de estos microorganismos en el cambio climático. Sería una oportunidad única porque supone trabajar en 1ª división. Pero también he solicitado cosas en Vigo, para seguir estudiando los pulpos, y en Portugal. Iremos donde sople el viento".