La Federación Gallega de Comercio otorgará los Premios Trayectoria del Comercio Gallego correspondientes a la provincia de Pontevedra a cuatro locales de la ciudad de Vigo como son: Relojería González, Carnicería Cambeiro, Joyería Ramón Fernández y Herboristería Almar, además de condecorar a Encarna Álvarez, presidenta de la Asociación de Comerciantes del Calvario, "por su trabajo en pro del sector y del asociacionismo comercial y la puesta en valor del comercio minorista", según explica la propia federación. El acto tendrá lugar mañana a las 20.30 horas en el teatro A Fundación.

FARO será premiado por su apoyo al sector. Entre las instituciones también serán galardonadas "por su aportación al tejido comercial y asociativo" en la provincia la Autoridad Portuaria de Vigo y Abanca.

En total, Pontevedra obtiene 22 distinciones en las que se busca recompensar una larga y/o prestigiosa actividad mercantil.

Todos los agraciados tienen en común su longevidad al frente de sus respectivas ocupaciones, y es que algunos de los comercios laureados ya han superado el siglo de existencia en el mismo lugar en el que comenzaron a edificar el local original. Ahora, tras toda una vida dedicada a servir a los consumidores, y con varias generaciones a sus espaldas, estos establecimientos ven valorados todos los años que han luchado por continuar en pie con un galardón que reconoce toda su trayectoria.

Muchos de ellos están viviendo numerosos problemas con la ya conocida crisis financiera que lleva azotando a la economía mundial desde hace casi una década, aunque tratan de resistir como ya lo han hecho en decenas de ocasiones anteriores.

A sus espaldas, estos locales han visto pasar dos Guerras Mundiales, una Guerra Civil, la Transición española, un Mundial de fútbol que trajo al campeón -Italia- a la ciudad olívica y el resplandor de varios de los motores económicos vigueses del siglo XX.

Durante su extensa etapa, los establecimientos laureados en esta gala han visto como el avance de la tecnología les obligaba a modernizarse, aunque la inmensa mayoría no han abandonado las artes y maneras de trabajar con las que abrieron sus puertas.

En su mayoría negocios familiares, solo el paso del tiempo les puede poner fecha de caducidad y, aunque no depende de sus actuales dueños, prometen seguir plantando batalla a los grandes centros comerciales hasta el último aliento de vida. Sin duda, estas condecoraciones alimentan las ganas de seguir peleando por no cerrar nunca sus puertas.