Un hombre emprendedor y que nunca se olvidó de sus raíces. Así se recuerda la figura de Ramón Remigio Nieto Otero, que nació el primero de octubre de 1856 en Lavadores. Sus padres, Ramón Nieto y Tomasa Otero, se dedicaban a la agricultura. Vendían productos en la por aquella época pujante ciudad de Vigo. Al centro acudían varias veces a la semana con un carro cargado de leche, chorizos y vino. Sus ventas eran en la calle.

Pero un día decidieron emigrar a Chile, un país que necesitaba trabajadores. Sus autoridades ofrecían buenas condiciones a los emigrantes. Sin embargo, el largo trayecto en barco y el precio del viaje eran grandes obstáculos. Vigo ya era en aquella etapa un puerto de salida para las personas que buscaban mejorar su vida. Pero la gran mayoría de ellos viajaba hacia Argentina o Uruguay. Ramón Remigio Nieto Otero tenía 14 años cuando llegó a Valparaiso con el número de identificación 256. En ese lugar se prometió que regresaría a su tierra natal con una fortuna. Y lo cumplió. Pero tuvo que esforzarse junto a sus padres.

Recorrieron algunos lugares del país hasta que pasados unos años les llegó la oportunidad con el negocio de la sal. Ramón Remigio Nieto Otero se aventuró a crear una empresa. La llamó Compañía Galicia y se dedicaba a la venta de este producto. Contrató trabajadores, a los que mejoró las condiciones laborales con respecto a otras empresas del sector. Con el paso de tiempo, el negocio fue prosperando y llegó a abrir algunas tiendas a las que denominó Vigo, A Coruña y Pontevedra.

Sus aventuras empresariales también le llevaron a fundar un banco y dos compañías de seguros. Su buena visión para los negocios y también la habilidad para moverse entre los representantes políticos le llevaron a ser Consejero de la Presidencia del Gobierno de Chile. Al mismo tiempo, conoció a María de la Vega, que sería su esposa.

Se asentó en Chile, un país que le había dado todo aquello que ansiaba, aunque también atravesó por etapas complicadas. Pero recordaba Lavadores y no dudó en llevar adelante una iniciativa que resultó ser de gran valor. y también un emblema para el hoy barrio vigués.

En 1900 creó una escuela por la que pasaron un gran cantidad de alumnos para aprender a leer y escribir. También se les enseñó un oficio. Severino Cobas fue el director. Según los datos históricos, invirtió medio millón de pesetas, una gran cantidad para aquella época. De esa forma garantizaba su funcionamiento. Pero además, el terreno en el que se construyó el centro educativo era de su propiedad. Señalan los historiadores que por sus aulas pasaron más de cien jóvenes en busca de formación.

Era una época en la que se había puesto en marcha también la Escuela de Artes y Oficios. El Ayuntamiento de Lavadores también quería que sus jóvenes fueran a ese centro, pero desde Vigo se denegó esa petición durante muchos años. El conflicto se mantuvo vigente hasta que se llegó a un acuerdo también con el Ayuntamiento de Bouzas.

La primera escuela adquirió un gran prestigio y reconocimiento con el paso del tiempo. Fue así como en 1917 fundó las Escuelas Nieto, en la actualidad ubicadas en el número 247 de la calle que lleva su nombre y que todavía se mantienen en plena actividad. Fue en 1917 cuando se iniciaron las clases y Ramón Remigio Nieto Otero vio culminado uno de sus proyectos más ambiciosos y entrañables. Se mostraba orgulloso de su obra, pero también contento por recordar de esa forma a la tierra que le vio nacer. El emigrante había conseguido uno de sus grandes sueños y también se convertía en emprendedor en Lavadores.

Las obras de la escuela se prolongaron durante varios meses, ya que se utilizaron los mejores materiales. Además de pagar la construcción- El edificio era uno de los más modernos de aquella época, con grandes estancias y también se le dotó del mejor mobiliario posible.

El benefactor, que falleció el 27 de julio de 1928, dejó toda su herencia a una fundación para que se pudiera continuar con la labor docente. Los historiadores calculan una cifra que alcanza el medio millón de pesetas, que se ingresó en una fundación con su nombre. En 1914 fue declarado hijo predilecto de Lavadores y en 1944 se le puso su nombre a la actual calle. Esa vía era muy importante. Se utilizaba como salida desde Vigo hacia Madrid. Estaba muy transitada y a comienzos del siglo pasado se realizaron numerosas obras para mejorarla. Era utilizada por muchos comerciantes para acceder a la ciudad con sus productos agrícolas.