El tren "Celta" circulaba a 118 kilómetros por hora en el momento de descarrilar el pasado viernes. Además, el maquinista, que debía haber aminorado la marcha hasta los 30 km/h para tomar un desvío a una vía secundario por trabajos de mantenimiento en la principal, recibió y confirmó la recepción de dos avisos "L1", que según confirman fuentes ferroviarias son los encargados de informar de la necesidad de moderar la velocidad. El siniestro sucedió a las 09.25 horas en el municipio de Mos, a 180 metros de la estación ferroviaria de O Porriño mientras realizaba la ruta Vigo-Oporto, dejando un balance de cuatro muertos y 48 heridos de diversa consideración.

Son los primeros datos relevantes de la investigación de un siniestro que comenzó oficialmente en el día de ayer en el juzgado de Instrucción número 2 de la localidad porriñesa, en el que se están llevando a cabo las diligencias y en el que se procedió al volcado de la información contenida en las dos cajas negras que llevaba el tren a bordo, una de Renfe y otra de Comboios de Portugal (CP). Al acto asistieron representantes de Renfe, Adif, Comboios de Portugal y de la Comisión de Investigación de Accidentes Ferroviarios (CIAF), así como al menos uno de los peritos solicitados por la juez a la Xunta, Juan Carlos Carballeira. Este ingeniero de caminos fue la primera persona en confirmar, a su salida de las dependencias judiciales, que la máquina sobrepasaba la velocidad permitida cuando salió de la vía.

Pudo haber pisado el freno

El dato relativo a los 118 kilómetros por hora se daba a conocer ayer pasadas las dos de la tarde, lo cual sirvió para que algunos expertos ferroviarios ofrecieran su parecer acerca de las primeras informaciones facilitadas por los responsables de la investigación. En este sentido, el secretario general de Renfe en Pontevedra, Sergio Lloves, apuntaba que "teniendo en cuenta que se trata de un tramo en que podría pasar a 120 km/h si no hubiera labores de mantenimiento en la vía principal y que el terreno va en bajada, supongo que habría pisado el freno antes de descarrilar, porque de no hacerlo la velocidad sería mayor".

Lloves explica que "la investigación debe continuar y es necesario conocer todos los datos relativos a las cajas negras, a la señalización y a las informaciones que desde el puesto de mando se pudieran haber realizado en los instantes previos al accidente".

El secretario de Renfe en la provincia también explica que las cajas negras que portaba el automotor diésel S592 "miden menos parámetros que otras instaladas en trenes más modernos". De este modo, "será imposible tener datos acerca del estado del motor, por ejemplo, o de las conversaciones mantenidas por el maquinista".

Al ser un tren transfronterizo, dispone de dos sistemas de seguridad, cada uno conectado a una caja negra diferente. En función del país por el que circule se activa uno u otro. Al rodar por territorio español, el sistema activado en el momento del accidente era el de Renfe, el Asfa analógico o básico. Desde el sindicato CGT aseguraban ayer que "si el tren Celta que descarriló hubiera tenido instalado el Asfa digita. "Este sistema hace parar el tren en caso de que el maquinista no aminore la velocidad al pasar por una señal que la limite", afirman. Por contra, el Asfa básico frena el convoy "aunque solo en el caso de que el conductor no reconozca las señales por las que pasa o porque rebasa una señal que indique parada", lo que sí hizo el maquinista del tren Celta al confirmar hasta en dos ocasiones la recepción de los avisos sonoros y luminosos, según lo registrado por las cajas negras. Faltaría ahora por determinar por qué entonces, si se dio por enterado de las alertas sobre la reducción de velocidad, aceleró hasta alcanzar los 118 km/h.

El tren sigue en Porriño

La locomotora del tren Celta, cubierta por una lona azul y apartada de la vía desde el pasado sábado de madrugada, seguía al finalizar el día de ayer en la estación porriñesa. En un principio, se preveía su traslado a unas instalaciones que Renfe tiene en Redondela, pero de momento la jueza encargada de instruir el caso, Lorena Fernández, no ha dado permiso para mover ni el primer vagón ni el resto del tren, que continúan vigilados por personal de seguridad y agentes de la Guardia Civil en las instalaciones de la estación.

Durante la mañana de ayer, la titular del juzgado de instrucción número 2 de Porriño también recibió la visita del vicecónsul portugués en Vigo, Manuel Correia Da Silva. Su paso por las dependencias porriñesas obedecía a la necesidad de recoger la autorización de la jueza para repatriar el cadáver del maquinista portugués de 45 años de edad, José Arnaldo Moreira, toda vez que el gobierno luso ya había hecho entrega de la huella indubitada en la jornada del pasado lunes.

La policía judicial ha confirmado oficialmente la identidad del conductor y la jueza ha autorizado su repatriación, que según Da Silva podría tener lugar en en la mañana de la jornada de hoy. El representante luso en Vigo fue uno de los primeros en comparecer ante los medios en la propia estación ferroviaria de O Porriño, después de que se hubiese confirmado de manera oficial la identidad del maquinista compatriota fallecido.