Recuperación de antiguos recintos cerrados

Viejas industrias, nuevos iconos urbanos

Antiguos complejos cerrados y obsoletos al igual que La Panificadora se han reconvertido en grandes referentes socioculturales, con usos mixtos, en Madrid, Bilbao o São Paulo

La Alhóndiga de Bilbao se ha reconvertido en el Centro Azkuna.

La Alhóndiga de Bilbao se ha reconvertido en el Centro Azkuna.

VIGO

Rehabilitar viejos complejos industriales puede resultar un enorme acierto con trascendencia internacional. Mientras La Panificadora agoniza en espera de una segunda vida, que ahora propone insuflarle el Concello mediante una asociación con Zona Franca para adquirir la propiedad y darle nuevos usos, otras ciudades han materializado operaciones de recuperación de antiguos recintos cerrados y obsoletos que han pasado a ser referentes socioculturales. Expertos urbanistas ven similitudes entre la antigua factoría de Vigo y otras naves y complejos convertidos en iconos urbanos mediante intervenciones que respetaron la identidad de los edificios conservando su arquitectura, realizando en algunos casos amplias reformas interiores, y añadiendo en otros construcciones a las originales, convenientemente restauradas. El Matadero de Madrid, el Centro Azkuna en la antigua Alhóndiga de Bilbao o el SESC Pompéia diseñado por la arquitecta Lina Bo Bardi son ejemplos representativos.

De mercado de ganado a centro de creación artística en Madrid

Viejas industrias, nuevos iconos urbanos

Viejas industrias, nuevos iconos urbanos

Los edificios, establos y espacios abiertos del antiguo Matadero y Mercado Municipal de Ganado de Madrid, un enorme conjunto de 48 naves con 165.000 metros cuadrados de superficie en el barrio madrileño de Legazpi, junto al río Manzanares, alojan ahora un dinámico y prestigioso centro de creación de diferentes disciplinas artísticas contemporáneas. En su recuperación se han invertido más de 62 millones, gran parte con fondos públicos de distintas administraciones gestionados por el ayuntamiento de la capital, promotor de la iniciativa, y también con participación privada. El matadero inició su actividad en 1924 y empezó a quedarse obsoleto en los años 70, pero no echó el cierre hasta 1996. Su rehabilitación arrancó en 2006 y se ha realizado en sucesivas fases, conservando la fachada neomudéjar de ladrillo y azulejería y transformando el interior para adaptarlo a sus nuevas funciones.

El espacio cultural Matadero Madrid, ahora gestionado por la empresa pública Madrid Destino, Cultura, Turismo y Negocio, tiene una rica y vanguardista programación en todas las disciplinas artísticas, desde cine y diseño a teatro, música, pintura o escultura. Las antiguas naves de degüello de vacas han dado paso a la Casa del Lector de la Fundación Sánchez Ruipérez, un Centro Internacional para la Investigación, el Desarrollo y la Innovación de la Lectura. El Matadero también tiene un jardín urbano (avant-garden) de rosas silvestres y se realizan actividades abiertas en la calle principal. La rehabilitación, considerada por los expertos un ejemplo de recuperación de patrimonio industrial, ha revitalizado además el barrio de Legazpi.

Viejas industrias, nuevos iconos urbanos

Viejas industrias, nuevos iconos urbanos

Antiguo almacén de vino ahora con el sello de Philippe Stark

La Alhóndiga de Bilbao, un almacén de vino edificado entre 1905 y 1906 según proyecto de Ricardo Bastida y cerrado a principios de los años 80, es ahora un centro cívico y cultural polivalente tras una ambiciosa reforma en la que ha intervenido el diseñador francés Philippe Stark. La fachada y las crujías son originales, mientras que en el interior se han construido tres edificios de ladrillo y cristal sostenidos por 43 columnas.

Su restauración se barajaba desde hace décadas, y el Ayuntamiento promovió el actual proyecto, que arrancó en 2001. La Alhóndiga, rebautizada como Centro Azkuna en homenaje al alcalde bilbaíno ya fallecido, cuenta con salas de exposiciones, auditorio, biblioteca, zona deportiva con gimnasio y piscina, tienda, restauración, salas de cine y parking subterráneo. Su programación cultural -arte, cine, teatro experimental, danza, debate...- la ha convertido en un referente internacional. El espacio, de 43.000 metros cuadrados, fue inaugurado en 2010 tras una inversión de 75 millones.

Un centro cultural en una vieja fábrica de barriles de São Paulo

La arquitecta Lina Bo Bardi diseñó la transformación de una vieja fábrica de barriles en el Servicio Social de Comércio (SESC) Pompéia de São Paulo. El inicio de la actuación de rehabilitación se remonta a 1977 y el centro fue inaugurado en 1982. Bo Bardi conservó el viejo edificio de ladrillo e incorporó dos volúmenes de hormigón unidos por pasarelas. Ahora es un centro cultural, comunitario, deportivo y de ocio con biblioteca, salas de exposiciones, auditorio, piscina, canchas, talleres, restaurante y terraza.

La rehabilitación de la antigua fábrica en la megalópolis brasileña incluyó la construcción de una nueva chimenea que realza el pasado fabril del complejo. La calle interior se utiliza como escenario para manifestaciones y representaciones de diversa índole. Las instalaciones están administradas por una institución privada sin fines lucrativos.

Iria Sobrino | Arquitecta y urbanista

"Los usos en La Panificadora deben ser híbridos entre público y privado para que tenga vida"

La arquitecta y urbanista Iria Sobrino es una de las expertas que mejor conocen La Panificadora y una voz autorizada en la rehabilitación de patrimonio industrial. Sobrino aporta varias reflexiones sobre la recuperación que promueve el Concello, entre ellas la necesidad de una estrategia de acción sociourbanística con un equipo multidisciplinar que estudie y defina en un plan todos los aspectos de la rehabilitación arquitectónica y los futuros usos del recinto. "Es una hibridación compleja que debe estar perfectamente trenzada y diseñada", subraya. La arquitecta considera que Zona Franca es el "socio perfecto" del Ayuntamiento para acometer el proyecto al tratarse de "un organismo público obligado a dar beneficios pero sin voluntad de especular". Desde el punto de vista constructivo Sobrino apunta que la rehabilitación debe tener un "bajo impacto" para no desvirtuar la arquitectura original ni el espíritu del complejo fabril. "Tiene que ser "de autor" en el sentido más generoso, del equipo proyectual; un buen proyecto liberado de vanidad individual y lleno de innovación social", comenta.

El Concello plantea usos socioculturales en la parte que adquiriría, mientras que Zona Franca, según su propuesta, desarrollaría centros de investigación, laboratorios empresariales y oficinas, reservándose además una parte para viviendas. Sobrino expone que la viabilidad económica es esencial, y en línea con otras rehabilitaciones de referencia como la de Matadero o la Alhóndiga, sostiene que es necesaria una hibridación entre lo público y lo privado, que a su vez generaría sinergias que pueden regenerar y potenciar toda la zona."No podemos sobrecargar lo público. Lo prioritario es que funcione, tiene que ser un espacio vivo de día y de noche, y para eso es necesario también un uso privativo, como el de vivienda y pequeña empresa, siempre regulado y condicionado", razona la experta, para quien "pensar en una gestión y un uso exclusivamente público es un cuento de hadas".

La experta coopera con el colectivo Outro Vigo é Posible, que ya en su día se dirigió al Concello y Zona Franca para plantear la recuperación de La Panificadora. "Pedíamos ya un estudio estratégico que lo aúne todo", apostilla.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents