Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Fue noticia en 1876

El balneario de Vigo

En el mes de junio de 1876 comenzó a funcionar La Iniciadora, el primer establecimiento dedicado a baños que se ubicó en el centro de la ciudad y que estaba construido en madera

Imagen del primer balneario que se instaló en Vigo. // FdV

La Iniciadora fue considerado como el primer gran balneario de la ciudad en 1876. Fue inaugurado en el mes de julio de 1876, pero ya existía otro de similares características donde hoy en día se ubica el Hotel Bahía. Cándido Soto, un empresario promotor de varias iniciativas turísticas, encargó a Jenaro de la Fuente, el insigne arquitecto, el diseño de un establecimiento moderno. Y la tarea no resultó sencilla. Tenía que estar cerca del centro de la ciudad y con acceso fácil. Además, se debían tener en cuenta las condiciones del mar. La operación de construcción duró varios meses, así como la elaboración de todos los planos. Se cuidó especialmente la estructura y también los soportes de las columnas en la arena.

El lugar elegido fue Las Baterías, ubicado cerca de la calle Real. Se descartó la popular playa de San Francisco ya que los usuarios deberían atravesar el Berbés, en aquella época muy deteriorado y sucio. La construcción tenía una planta y era de madera. El terreno en el que se ubicaba era seguro y la estructura se levantaba un metro sobre el nivel del mar cuando la marea estaba más alta. Según los planos, tenía 75 habitaciones y ofrecía múltiples servicios. Se elaboró una tarjeta de presentación en la que se indicaba el amplio programa de actividades. Baños calientes y fríos, en agua dulce y salada, bañera de mármol y también zonas exclusivas para hombres y mujeres. Otro de los atractivos era un amplio salón con vistas a la ría. En ese lugar se instaló un piano.

Cándido Soto organizó un acto de inauguración peculiar en aquella época. Abrió las puertas a los visitantes, a los que ofreció refrescos. Durante un día pudieron recorrer las instalaciones. Según la información publicada por el Decano, quedaron "impresionados por la belleza y calidad del establecimiento".

El empresario tenía mucha confianza en el proyecto. Su gran desafío era que acudieran muchos turistas. Ese fue uno de los motivos por los que se anunció el balneario en Ourense, Pontevedra y Santiago. El desplazamiento hasta Vigo era fácil con el tren. Este medio de transporte era el más popular en aquella época.

La Iniciadora estuvo abierto todo el verano de 1876. Cerró sus puertas en el mes de noviembre. Las crónicas de la época reflejan la masiva asistencia de clientes, muchos de ellos de clase alta. También el notable éxito que tenían las veladas en el salón con el piano como uno de los principales protagonistas.

El empresario reanudó la actividad al año siguiente. Incorporó nuevos elementos, como flores en casi todo el establecimiento. Pero también mejoras técnicas, como baños de chorros y más habitaciones. Esto permitió que la afluencia de clientes, muchos de ellos visitantes que acudían a la ciudad como turistas, aumentaran de manera significativa. La Iniciadora se había convertido en una referencia muy importante en Galicia, aunque su uso era casi exclusivo de personas con alto poder adquisitivo.

En 1903 se cerró una etapa. El balneario, que había sufrido varias reformas y al que incluso se le había añadido una planta más, fue derribado. No le quedó otra opción. Estaba afectado por la construcción del muelle que uniría A Laxe con La Ribera. El empresario logró del Ayuntamiento de Vigo una nueva ubicación. Se trasladó a la playa de San Francisco, el lugar que se había descartado al inicio del proyecto.

Jenaro de la Fuente se encargó de nuevo de la elaboración de los planos. La nueva construcción constaba de dos plantas, ya no estaba sobre el agua y además se utilizaría el ladrillo en lugar de la madera. Tenía casi cien habitaciones y un acceso muy rápido desde las calles Cánovas del Castillo y Teófilo Llorente. También se cuidaron los materiales usados dentro del establecimiento ya que Cándido Soto realizó una gran inversión y apostó por la calidad.

El balneario se mantuvo operativo hasta los últimos años de la década de 1960. Fue entonces cuando desapareció, para desesperación de muchos vigueses que lo consideraban como parte del patrimonio cultural, turístico y arquitectónico de la ciudad. Hoy en día es el recuerdo en la historia de un establecimiento único y entrañable por el que pasaron varias generaciones de vigueses.

Compartir el artículo

stats