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Urbanismo

Hacia una Ciudad de la Ría sostenible

El arquitecto Antonio Alonso analiza las causas y formas del crecimiento urbano entre 1990 y 2010 y aboga por integrar la superficie marina en los planeamientos y preservar los montes

El arquitecto vigués Antonio Alonso, con su trabajo, en el paseo de Bouzas. // Adrián Irago

Fue testigo en primera fila del desarrollo urbanístico experimentad entre 1990 y 2010 como arquitecto municipal. Fruto de su experiencia profesional y con la intención de continuar el trabajo de otros autores que terminan a finales de los 80 o principios de los 90, Antonio Alonso disecciona el crecimiento de un ámbito cuyos límites superan los de la Mancomunidad y el Área Metropolitana. La "Ciudad de la Ría", término que él acuña, tiene como centro este accidente geográfico tradicionalmente ausente de todos los estudios y ordenamientos a pesar de su importancia. Su investigación enumera los peligros que pueden originar la dispersión de esta gran área, mientras destaca la oportunidad que suponen los planes urbanísticos, la ordenación a escala metropolitana, el aprovechamiento de los vacíos urbanos y la conservación de los montes en mano común y de la propia Ría para garantizar la sostenibilidad.

"La fragmentación y la dispersión son las mayores amenazas. Es necesaria una planificación que integre la Ría y los montes articulando las distintas competencias y con una gestión integral. Y el policentrismo y la cooperación que implica el Área Metropolitana puede ayudar, por supuesto", reflexiona Alonso, que continúa trabajando en la Gerencia de Urbanismo.

Su estudio parte de las teorías del destacado urbanista Bernardo Secchi, que abogaba por conocer el pasado para que el futuro no sea una casualidad, sino una construcción propia, y en los estudios de Juan Luis Dalda sobre la urbanización en Galicia y su caracterización de Vigo como ciudad difusa. Esto es, una urbanización de baja densidad cuyo crecimiento se apoya en una malla tradicional de parroquias y núcleos de población como Redondela, Cangas y Baiona.

Varios factores comunes a otras áreas urbanas europeas y españolas de la época generan una transformación a partir de los años 90. Uno de ellos es el desplazamiento de la demanda residencial a la periferia. Durante el periodo estudiado, la población de Vigo crece un 7,65%, mientras que municipios como Gondomar, Soutomaior o Nigrán registran incrementos de hasta el 32 o el 45%.

Este crecimiento, que genera "cambios de polaridad", está relacionado con el ciclo económico y supone pasar de un ritmo de 12 viviendas construidas por cada 1.000 habitantes y año a 43 en las localidades de Gondomar y Baiona.

También la actividad industrial y los parques empresariales como los de Valladares o Porto do Molle se desplazan a la periferia. Y lo mismo ocurre con las dotaciones y servicios públicos que se crean o son ampliados -campus, hospitales, aeropuerto, centros comerciales...-.

A estos factores se une la mejora de las infraestructuras viarias, que da lugar a un cambio de la movilidad y una dependencia excesiva del vehículo privado, y convierte a esta área urbana en la sexta de España en número de automóviles por habitantes. Alonso explica que esta supeditación también se intensifica por el desmantelamiento del transporte marítimo -que pasó de mover 3 millones de pasajeros en los 80 a los 500.000 de 2012- y la desaparición del tranvía y el servicio de cercanías.

Debido a todas estas circunstancias, la Ciudad de la Ría se expande mediante filamentos a lo largo de la costa y su población aumenta en proporción similar a la de áreas similares como Gijón, por encima de A Coruña y en menor medida que Santiago o Pontevedra. Y el ámbito experimenta además un aumento del peso del sector servicios, incluida la innovación y la tecnología, frente al industrial.

Durante las dos décadas analizadas, se normaliza además el uso de los planes urbanísticos, aunque todavía se revelan "incapaces" de introducir un orden en el territorio y en los que Alonso echa en falta una mayor participación social. "La ciudad tiene una gran capacidad reactiva pero también es necesario aportar de manera activa y constructiva", plantea.

Uno de los "principales síntomas de insostenibilidad" que muestra la Ciudad de la Ría es la ocupación de los vacíos en la malla periurbana. Se trata de los terrenos semiagrícolas donde se ubican dotaciones o urbanizaciones y de las zonas marginales que genera la construcción de nuevos viaductos o túneles, que quedan totalmente desconectadas de la vida urbana y que el autor aboga por integrar.

"Vacíos ecológicos"

Mucho más preocupantes son los "vacíos ecológicos". Tal es la consideración que parecen tener las superficies forestales, que suman 31.000 hectáreas, y también la Ría a la hora de ubicar nuevas infraestructuras y servicios.

Por contra, Alonso defiende el aprovechamiento de los huecos urbanos, Seara o Fragoso-Castrelos, que ofrece la porosa ciudad de Vigo. "Ahí está el potencial para no seguir creciendo más hacia el exterior sino buscar el reordenamiento y la compactación", destaca.

El objetivo es que siga siendo una ciudad difusa y sostenible, que conserva una complejidad y riqueza de usos, y evitar la dispersión, a la que los expertos otorgan la consideración de patológica y que da lugar a un monocultivo de viviendas adosadas carente de identidad.

El trabajo de Antonio Alonso constituye una tesis "de madurez" en la que agradece el "tesón" de su directora, la expresidenta de la delegación del COAG en Vigo y profesora de la Escuela de Arquitectura de Madrid Marián Leboreiro. El tribunal que juzgó el trabajo estuvo presidido por el catedrático pontevedrés de la Politécnica José Fariña y tuvo como vocales al geógrafo gallego Xosé Manuel Souto, José Cebrián, de la ETSAC de A Coruña, Fermín Rodríguez, de la Universidad de Oviedo, y Nicolasa Martínez, también de la Politécnica.

"Fue emocionante trasladar mi ciudad al aula de la escuela en la que me formé. Hubo un momento en el que hablamos en gallego. Souto y Fariña señalaron que tuvieron la oportunidad de vivir Galicia en Madrid", revela.

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Una riqueza forestal y marítima que debe formar parte de los planeamientos

  • El área objeto de estudio comprende 11 municipios de Vigo y su corona, de Val Miñor y O Morrazo, así como Vilaboa y Soutomaior y las parroquias pontevedresas de Pontesampaio y Canicouva. Y tiene por primera vez a la Ría como elemento central: "Nunca se incluye en los planeamientos a pesar de que es el origen de los núcleos poblacionales y de la gran cantidad de actividades que están relacionadas con ella: rellenos, colectores, puertos deportivos, transporte o bateas". En total, se alcanza una superficie de 570 km2 de tierra y 180 km2 de agua.Antonio Alonso subraya la necesidad de una "gestión integral de la Ría", hacia la que también apuntan los estudios realizados por los investigadores de la Universidad, el CSIC y el IEO que integran el Campus del Mar.Su trabajo doctoral hace referencia a la "tradicional pugna" entre la ciudad y el Puerto por la ocupación de la Ría, batalla finalmente ganada por este último. Durante el periodo analizado, la zona portuaria aumentó en un millón de metros cuadrados y el boom económico se tradujo en la creación de 18 puertos deportivos con unas 3.600 plazas por toda la Ría en ausencia de un plan conjunto de racionalización.A este grave peligro se suma el de la ocupación de los montes, que son vistos "más como una oportunidad para construir dotaciones o polígonos empresariales en lugar de como zonas a preservar". La riqueza forestal es tan elevada que si se preservan de la urbanización la densidad del área pasaría de 799 habitantes por hectárea a más de 1.000 o 1.800.Respecto a la anulación del Plan Xeral de 2008, Alonso apunta que aquel documento se elaboró para unas perspectivas "distintas" a las que se manejan actualmente. "Estamos en otro tiempo e igual es el momento de pensar con más calma y tomar decisiones más responsables con el medio ambiente", plantea.

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