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Beatriz González: "La educación es mucho más influyente en la salud que el nivel de renta"

"El 6% de las mujeres con nivel universitario son obesas frente al 33% de las que no tienen estudios"

Beatriz González. // FdeV

En el debate sobre "Calidad e igualdad" que, ayer, se llevó a cabo en el Álvaro Cunqueiro, en el Congreso de la Sociedad Gallega de Calidad, Beatriz González fue la encargada de dar el punto de vista de la economía de la salud. En sus estudios ha podido comprobar que en una misma ciudad, Glasgow, la esperanza de vida se puede acortar casi 30 años según el barrio; o que solo un 1% de las mujeres con estudios universitarios sufre depresión mientras que la padece el 14,6% de las que no saben leer. Subraya la educación como el principal factor de impacto.

-¿Cuáles son las causas principales de las desigualdades en salud?

-El gradiente social en la salud se encuentra por niveles de renta y educativos, pero la educación es mucho más influyente. Hay un mensaje que es el de echar la culpa a la persona porque tiene malos hábitos. "Si fumas, vas a tener..." Pero la persona realmente no ha sido libre, ha estado condicionada por unos determinantes que van desde la cuna, la familia que tuvo o las oportunidades en su vida. En el fondo, políticas sociales pueden hacer más por la salud que un quirófano último modelo. Dentro de la sanidad también se puede hacer un poquito para mitigar esta desigualdad.

-¿Por ejemplo?

-En el cuadro de mando de los gestores, tener indicadores relacionados con la equidad en el uso. ¿Ha esperado lo mismo el paciente que no ha estudiado que el que tiene estudios universitarios?

-Ya debería ser así, ¿no?

-Debería ser, pero mejor monitorizarlo y ver qué pasa, porque las personas más educadas y con más recursos son más eficientes navegando por el sistema. Aunque haya equidad en el acceso, porque hay un sistema que lo garantiza, puede que en la práctica el uso no sea igual.

-¿Cuáles son los ejemplos más llamativos que encontraron?

-En mujeres, donde la desigualdad es mayor que en hombres, solo el 6% de las españolas con carrera universitaria son obesas, frente al 33% de las que no tienen estudios. La diferencia es enorme. La probabilidad que te mueras a determinada edad depende de un nivel geográfico, pero también educativo.

-¿Por qué se notan más las diferencias en las mujeres?

-Porque un hombre que no ha estudiado, a lo mejor, lo ha conseguido mitigar por otras vías, como el mercado laboral, la socialización... En la mujer era más difícil. Otro gradiente enorme en salud es entre los desempleados de larga duración y los que tienen trabajo, de modo que al final, las políticas laborales son políticas de salud.

-Han estudiado el copago. ¿Cómo ha influido?

-En el último estudio estimamos de forma precisa el efecto del copago en la adherencia a medicamentos necesarios en función de si tienen que pagar o no. Estudiamos a todos los que tuvieron un infarto entre 2009 y 2011 en la comunidad valenciana y hay pacientes que no van a la farmacia a sacar la medicación. Vimos que los pensionistas, que no pagan, tienen mejor adherencia que los activos, que pagan el 40%. No solo es atribuible al copago. Por la edad, los pensionistas también son más disciplinados y obedientes con el médico. Pero entre los activos descubrimos que, ya antes del cambio de copago, los que cobran menos de 18.000 euros al año siguen menos los tratamientos que los de mayores ingreso, porque el 40% del coste supone mucho más para ellos.

-¿Qué recomiendan en esto?

-Los activos con rentas más bajas también deberían tener un límite. ¿Por qué el pensionista que cobra 600 euros al mes paga solo el 10% con 8 euros de máximo al mes y el parado que recibe lo mismo pone el 40% sin límite? Si tiene la desgracia de sufrir una enfermedad aguda y necesita un medicamento caro, puede ser prohibitivo. Es injusto. Lo importante es cuánto cobras, no de dónde procede la renta.

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