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La dolorosa derrota de la empresa Termavi

La terminal que perdió las líneas de Maersk pertenece al Grupo Davila, uno de los líderes del sector marítimo español

El presidente del Grupo Davila, Eduardo Fernández-Davila. // R,G

Termavi, la empresa a la que Marín arrebató en la subasta on-line de Maersk el cuantioso volumen de contenedores que aporta esta naviera al puerto de Vigo -de hasta el 40%, más de 60.000 Teus al año con mercancía valorada en 1.600 millones- pertenece a uno de los holdings empresariales líderes en el sector marítimo español: Grupo Davila. Con unos servicios muy diversificados que tocan todos los palos del negocio que generan los buques -terminalista, consignatario, logístico, transportista, dársena recreativa...-, los tentáculos de Davila se extienden por los principales puertos del territorio nacional y hasta de Sudamérica, hacia donde dirigió su expansión en los últimos años. De la presencia e influencia de este entramado empresarial que factura 200 millones y emplea a 500 personas, viene el sobrenombre de "el rey del Puerto" que emplean los operadores de los muelles vigueses para referirse al presidente del grupo, Eduardo Fernández-Davila Vega.

Quienes conocen bien a Eduardo Fernández-Davila aseguran que no le gusta nada que se le presente como el dueño del grupo, sino que prefiere ser identificado como el presidente de una "empresa de capital familiar". Con esta precisión, el empresario vigués afincado en Madrid, además de señalar así el verdadero origen de su compañía hace un reconocimiento a los que montaron la quilla del gigantesco buque que hoy capitanea a sus 58 años.

La empresa matriz de Grupo Davila fue constituida en 1917 por el tío abuelo de Eduardo, Joaquín Davila, y Ramón Arbones. Bajo la marca "Joaquín Davila y Cía" situaron el centro de operaciones en Vigo. En 1962 sus actividades ya abarcaban la de agentes de líneas regulares de navegación oceánica, de aduanas y de armadores de buques. El grupo no paraba de abrir oficinas y variar funciones así que acabó años después estableciendo su oficina central en Madrid.

Joaquín falleció sin descendencia, y su viuda, la británica Stela Owens, dejó la compañía en manos del padre de Eduardo, Román Fernández-Davila, empresario que por entonces ya despuntaba por su olfato para los negocios. Buena parte del sector portuario vigués más veterano lo considera como "el más fiel ejemplo de un hombre emprendedor". Entre sus iniciativas destacan la impronta que dejó en astilleros como Ascón, la fábrica Censa y hasta en la vieja Pescanova. Al mando de Pillán, como llamaban a Román sus verdaderos amigos, comenzó el esplendor de la nave de Grupo Davila. Abarcaba ya actividades de fletamientos, tránsitos, logística, transporte por carretera y tren, y hasta carga aérea.

Pero un cáncer tronzó la carrera de Román dejando huérfanos de padre a diez hijos. Eduardo contaba apenas 16 años. Como el resto de sus hermanos, además de la información trasmitida por su madre, hoy con 90 años, reconstruyó el papel que jugó el patriarca, su implicación en el desarrollo del tejido industrial vigués, a base de referencias aportadas por sus más fieles colaboradores. Algunos de ellos lamentaban ayer a este periódico que la ciudad adeudase "el reconocimiento que se merecía Pillán"; otros sostienen que el mejor homenaje es "la dinámica exitosa" que lleva su grupo al timón de su hijo.

De distinguida apariencia, su aspecto apacible muda al mínimo revés en sus negocios. Surge en ese momento un carácter que tensiona su entorno, como cuando se enteró de que Maersk dejaba Guixar. "Se le nota preocupado", comentan quienes contactaron con él. En constante viaje de negocios, hoy en Vigo mañana en Buenos Aires, trabaja entregado en hacer más grande la compañía de la que posee el 100% del capital. Como terminalista, consignatario, transitario o aduanero, Grupo Davila está presente, además de en Vigo, en Marín, Bilbao, Valencia, Barcelona, Cádiz, Algeciras, León, Sevilla o Zaragoza. Y en Sudamérica, en Argentina, Bolivia, Brasil, Perú o México.

Filiales

Las filiales de Davila se dividen en función de sus actividades. En las de agencia marítima están Marítima Davila, Marítima Astondo y Marítima de Oriente; Altius se encarga de las relacionadas con aduana, logística y transporte; Marina Davila y Royal Spanish de las vinculadas con megayates y náutica de recreo, como la dársena de Bouzas; y de las terminales marítimas, Termavi en Vigo y Dart Reefer Terminal en Marín.

La existencia de estas dos últimas empresas dan una idea de hasta qué punto los intereses de Grupo Davila concurren entrelazados con la marcha de Maersk a Marín. Que lo que puede perder en Vigo podría ganarlo allí, como en la práctica ocurrió cuando el vecino captó el tráfico frutero del vigués. La terminal marinense del Grupo Davila está especializada en productos perecederos como frutas y hortalizas y opera en este puerto con su propia empresa estibadora, Esticargo. También allí su consignataria atiende buques, entre otros, los ocasionales de la naviera danesa. Estas y otras razones podrían explicar por qué calla Termavi sobre la fuga de Vigo del gigante danés. Más cuando se juega un buen bocado de su facturación anual, de 18 millones de euros (según el último informe Ardán).

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