Panderetas en Plaza da Constitución, gaitas en O Berbés, tambores en la calle Real o bombos en A Pedra. El Casco Vello se convirtió ayer en el escenario de una exhibición de música, folclore y tradición que tuvo la representación de la Reconquista como plato fuerte pero no único. Y es que cada rincón del histórico barrio era una fiesta.

El tiempo respetó al fin una de las celebraciones con más renombre en la ciudad y permitió a miles de vigueses disfrutar de ella desde primeras horas del día. "Vinimos ya por la mañana porque ayer-en referencia al sábado- esperamos a la tarde y mira con lo que nos encontramos, fuimos más precavidos", explicaba un grupo de amigos que degustaba una de las tartas de los puestos de plaza da Princesa.

La imagen de los restaurantes, bares y comercios en general distaba mucho de la ofrecida en el primer día de celebración. "¿Qué tendrán las fiestas de Vigo que la lluvia no se pierde ni una?", bromeaba uno de los dueños de una tienda de productos artesanales en la calle Oliva. El buen tiempo motivó un mayor número de actuaciones musicales, cuyos integrantes buscaban animar y divertir al público y no un toldo bajo el que protegerse.

Si el sábado de Reconquista era poco habitual encontrarse a familias o niños paseando por el Casco Vello, ayer todo lo contrario. Las atracciones de O Berbés se despojaron de su calado plástico que las cubrió durante la primera jornada de celebraciones y en ellas se subieron decenas de niños deseosos de formar parte, aunque solo sea a modo gráfico, de la recreación de la Reconquista. Y es que los flashes y las cámaras de fotos fueron también protagonistas de la jornada. Un invento no muy del siglo XIX, pero "es que los vigueses somos unos adelantados a nuestro tiempo", relataban los miembros de la Alarma de San Antoiño de Mos, que año tras año forman parte activa de los lugareños y milicia que expulsó a los franceses de tierras olívicas.

Aunque los vigueses fueran predominantes, seguido de los portugueses; una nacionalidad más se entremezcló en la historia de Vigo. Rosángeles Lima de Moraes lleva años residiendo en la urbe, sin embargo su familia de Brasil no conocía a su hijo ni la ciudad, hasta hoy. "Viajamos para conocer a mi nieto y también la Reconquista. Es como venir de Brasil al 1809. Mi hija me había dicho que éstas eran unas fechas muy bonitas en la ciudad y sí, nos lo estamos pasando bien", comenta la feliz abuela. Y como todo queda en familia, qué mayor exaltación hay de ella que una reunión de primos. Las pequeñas Marta, Lucía Nacho, Aldara y María se reencuentran en cada festividad de la ciudad. "Ésta nos gusta especialmente por la representación, venimos siempre que yo recuerde, además luego echan fuegos artificiales y eso nos gusta", relata Marta.

Una vez los franceses tomaron las embarcaciones, Venus y Lively, que los devolvieron a puerto inglés, la fiesta no concluyó en el Casco Vello. Fuegos artificiales tomaron el cielo y decenas de agrupaciones musicales tradicionales se adueñaron de las vías de la zona antigua. Los tenderetes y puestos permanecieron abiertos hasta casi las 22.00 horas en pro de la demanda de público que decidió aprovechar hasta el último minuto una de las festividades más seguidas de la ciudad.

Pasarán poco menos de 365 días hasta que los franceses regresen a tierras vigueses. Los mercados volverán a subir sus cortinas, las armas dejarán sus galpones y los trajes los armarios para vestir a los vigueses que "recuperaron" aquel 28 de marzo de 1809 mucho más que una ciudad, refundaron lo que ahora es Vigo.