El aumento de la temperatura oceánica atrae hasta las costas gallegas a peces tropicales cuyos efectos en el ecosistema aún están por determinar. Uno de los peligros es que acaben por convertirse en invasores y desplazando a las especies autóctonas. Pero también podrían actuar como aliados en la erradicación de ciertas algas foráneas.

La tercera edición de Divulgate, las charlas de divulgación científica organizadas por la delegación de alumnos de Biología, está dedicada a estos complejos fenómenos biológicos. Desde hoy hasta el jueves, jóvenes investigadores explicarán sus estudios y los asistentes podrán participar entre abril y junio en cuatro salidas a Cíes para realizar trabajos de eliminación de dos plantas invasoras originarias de Australia y Sudáfrica en colaboración con el personal del parque Islas Atlánticas.

David Barros es uno de los ponentes que participará el día 7 en una jornada dedicada a las especies invasoras. Su charla versará sobre los nuevos registros de peces exóticos en aguas gallegas como consecuencia del cambio climático. En las últimas dos décadas, se han localizado una veintena de peces tropicales, pero los biólogos constatan cambios.

"Por su condición de zona intermedia, en la costa atlántica de Galicia y Portugal han confluido históricamente especies de las aguas más frías del norte y de las cálidas del sur, pero cada vez hay más registros de peces tropicales que avanzan hacia el norte. Antes llegaba algún juvenil o ejemplares enfermos traídos por las corrientes, pero ahora se encuentran con más frecuencia individuos sanos o incluso grupos", apunta este estudiante del doctorado en Ciencias de la Vida.

Cofradías o buzos suelen ponerse en contacto con los expertos de la Universidad cuando localizan alguna especie desconocida para que la identifiquen: "El primer paso es detectar que está ahí y luego hacer un seguimiento para intentar entender cómo va a afectar a una región como Galicia donde la pesca y el marisqueo son tan importantes. En el caso de los peces resulta más complejo determinar si se van a comportar como invasores y también controlarlos. Para ellos el único límite es la temperatura y las aguas gallegas aumentan 0,2 grados centígrados por década desde los años 70. Por eso la detección precoz de especies nuevas es determinante para poder tomar medidas":

Barros recuerda que no todas las especies exóticas acaban convirtiéndose en invasoras, aunque siempre generan cambios. "En mi grupo estamos trabajando en un artículo sobre peces tropicales del género Kyphosus que fueron capturados en esta zona por un buzo. Son herbívoros y en su ecosistema natural se alimentan de algas que en Galicia se comportan como invasoras. Si llegan a reproducirse aquí podrían actuar como biocontrol, pero quizá prefieran las algas autóctonas y generen otro problema", plantea.

Determinar estos efectos es tarea de los ecólogos pero antes es necesario identificar correctamente qué especies habitan en nuestros ecosistemas. Barros es biólogo molecular y actualmente desarrolla una tesis dirigida por Alejandro De Carlos Villamarín en la que realiza una identificación de los peces del Atlántico norte desde dos enfoques diferentes: la genética y la morfología.

"Actualmente se pone mucho énfasis en el descubrimiento de nuevas especies, pero también es necesario revisar lo que ya se sabe, en algunos casos basándose en datos recopilados en el siglo XVIII o XIX, con las herramientas más avanzadas y el nuevo conocimiento", destaca.

Su compañero de grupo Rafael Bañón, considerado uno de los mayores expertos en taxonomía de Galicia, se ocupa de la identificación morfológica clásica y Barros extrae una secuencia de ADN del tejido muscular y compara sus resultados con las bases de datos del DNA Barcoding o Código de Barras de la Vida, un proyecto internacional impulsado en 2003 por una universidad canadiense.

"Las bases están incompletas porque se están construyendo ahora mismo. Se conocen las especies comerciales, pero a partir de los mil metros de profundidad queda muchísimo por investigar", destaca.

Los análisis genéticos revelan en muchas ocasiones que lo que se creían dos especies diferentes son una sola en realidad o al contrario. Sus estudios también incluyen la secuenciación de muestras de Canadá, Noruega o el Mediterráneo y se han encontrado alguna sorpresa.

A finales de 2015 publicaron el hallazgo en aguas canadienses de una especie que no había vuelto a ser avistada desde su descubrimiento en el siglo XIX, Lipogenys gilli: "Colaboramos con CSIC e IEO y nos facilitan muestras de otras zonas del Atlántico. Fuimos los primeros que le hicimos una foto y los primeros que realizamos un análisis genético e introdujimos la secuencia en la base de datos. Hasta ahora solo había un dibujo".