Son contadas las empresas que pueden presumir de llegar a su centenario y más en los tiempos actuales. Astilleros Cardama cumple este año su primer siglo de vida y el Concello ha querido premiarlo con el galardón de Vigueses Distinguidos. Empresa familiar asentada en Beiramar, la construcción pero sobre todo la reparación de barcos es el motor de su economía. La reparación e instalación del Alfageme en la glorieta de Coia no fue un trabajo de una gran cuantía económica pero sí de gran simbolismo.

-Empezar la conmemoración del centenario de Cardama con este reconocimiento es un lujo, ¿no?

-Realmente no hay muchas empresas que lleguen a esta cifra y eso ya es un orgullo para nosotros. Nos encontramos muchas piedras en el camino, pero hemos sabido superarlas, aunque también contamos con el componente suerte, claro. Este premio lo recibimos con mucha alegría. Durante estos años tuvimos que hacer muchos sacrificios y siempre primar la calidad del trabajo y la satisfacción del cliente por encima del dinero o de los beneficios. Nunca hemos repartido muchos dividendos porque por encima de todo está la empresa. Éste es nuestro secreto para llegar a los cien años.

-Las etapas que ha vivido la empresa son múltiples, ¿cuál diría que fue el que más le afectó tanto a usted como a los propios astilleros?

-Si tuviera que quedarme con solo uno diría la globalización. Al principio vimos que iba más rápido que la propia empresa, que nos quedábamos atrás y no éramos capaces de adaptarnos. Anteriormente había unos horarios, una clientela mayoritariamente nacional pero luego todo cambió. A día de hoy ni me planteo ir a un hotel que no tenga internet. Tienes que llevar el móvil encima todo el día porque tus clientes son de todas partes del mundo y nunca sabes cuándo te pueden llamar. Creo que fue más duro eso que cualquier cambio en cuanto a materiales o formas de construcción tanto para mí como para la empresa.

-¿Se imagina otra ubicación para sus astilleros que no fuera Vigo?

-En verdad no. Ni antes ni tampoco ahora mismo. Los astilleros tenemos un problema y es que no podemos crecer. Nosotros tenemos que situarnos a pie de agua y con las nuevas leyes que están saliendo nuestra expansión o cambio de ubicación semeja imposible. Es un tema muy complicado.

-La suya es una empresa familiar, ¿continuará este relevo generacional?

-Sí sí, ya hay hijos míos y de los socios metidos en los astilleros. Pero es muy diferente de cómo era en un comienzo. Antes solo estábamos nosotros, pero ahora tenemos socios, aunque sigamos teniendo nosotros el control. Aún recuerdo cuando empecé, tenía 22 años, y el gerente en esos momentos sufrió un accidente y tuve que ponerme al frente sí o sí. Por mi experiencia puedo decir que estoy muy contento y orgulloso de cómo han sido las cosas. En la época de los 70 y 80 no fueron tan malos, luego hubo momentos de bajón con la reconversión naval, no tienes clientes y hay que planificar bien el futuro. Pasamos por muchas etapas pero sí, relevo tenemos.

-Relevo en la gerencia y también en el trabajo. Tienen firmados ya acuerdos para la obra de varios barcos, ¿no es así?

-Sí, tenemos cuatro buques firmados y claro, también nos hacía falta gente para trabajar aunque fuera de forma temporal. En verdad nosotros creemos que la formación es muy importante, por ello cerca del 95% de la plantilla, que son 68 trabajadores en total, son fijos. Podemos contratar a gente de forma temporal, pero siempre terminan quedándose. Ésa es nuestra forma de trabajar.

-¿Cuáles serán algunos de los actos que organicen con motivo de este centenario?

-En realidad tampoco pensamos hacer mucha cosa porque el 98% de nuestros clientes son extranjeros y para ellos no tiene repercusión. Lo que sí planeamos hacer o tenemos en mente es un intento de abrir el astillero a la ciudad y acercarlo a los vigueses. Por ello habíamos pensado en organizar visitas guiadas a la fábrica para que la gente descubra cómo trabajamos, haremos también un concurso de dibujo infantil y conciertos orquestales.