El 99% de las paralarvas del pulpo común -Octopus vulgaris- se mueren en el primer mes de vida durante su cultivo en cautividad. De ahí que investigadores de todo el mundo estudien las razones de estrés, dolor o sufrimiento de estas primeras fases para que la especie pueda ser criada en granjas de acuicultura.

El departamento de Ecología y Biología Animal de Vigo participa en un proyecto nacional junto a otras universidades e instituciones españolas para estudiar el bienestar del pulpo en las etapas iniciales de vida.

Dentro de esta iniciativa, la investigadora Raquel Fernández Gago, bajo la dirección del profesor, Francisco Rocha, ha desarrollado una nueva técnica para controlar las paralarvas a partir de su glándula digestiva. A través del manto transparente del animal, es posible observar este órgano, que sufre modificaciones histiológicas durante el proceso de digestión.

Fernández recogió tiras de huevos de puestas naturales en la Ría de Vigo y las mantuvo con vida para la realización de experimentos en la Estación de Ciencias Marinas de Toralla (Ecimat). Los ejemplares fueron anestesiados para poder fotografiarlos sin que sufriesen daño y ser devueltos al cultivo posteriormente. Este método no destructivo permite observar cambios en la glándula digestiva, a través de la observación de diferentes áreas de color.