Los daños más habituales al patrimonio cultural de la vía pública son las pintadas perpetradas por grafiteros. El mural dedicado a la escritora María del Carmen Krukenberg ha sido reparado tantas veces por su autor, M. Puhinguer, que confiesa que "está harto" y ha arrojado la toalla. Las escaleras de la calle Don Quijoxe también han sido vandalizadas con firmas con spray y otros dibujos. El propio Antón Pulido ha tenido que limpiar las pintadas de su obra en Peniche.