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El legado de Serafín Xoaquín Avendaño

El destacado pintor vigués falleció hace cien años después de una amplia trayectoria internacional

Serafín Xoaquín Avendaño Martínez era hijo de Joaquín Avendaño, un hombre que se dedicó a la labor docente. Escribió varios libros y se convirtió en una referencia educativa en la España de aquella época. Ese legado lo traspasó a pintor, que durante unos años también tuvo contacto directo con la docencia. Sin embargo, siendo muy joven se trasladó a Madrid junto a su hermano Teodomiro. Sus inquietudes artísticas ya eran evidentes. Estudió en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando.

Posee una larga trayectoria y se convirtió en uno de los vigueses que recorrió el mundo en busca de nuevas inquietudes. Se vio favorecido por la buena situación económica de su familia. En sus viajes llegó a pintar cuadros que después pasaron a formar parte de los más importantes museos. Por ejemplo, realizó un lienzo de las cataratas del Niágara. Destacan también los paisajes de diversas zonas de Francia y Bélgica, ya que realizó numerosos viajes por toda Europa.

Pero su principal punto de referencia fue Italia. Allí residió durante muchos años. Roma y Génova fueron las ciudades donde desarrolló una importante labor. Fue también donde estableció contacto con Guiseppe Verdi, el afamado y reconocido compositor musical. Entre ambos existió una intensa relación, documentada en numerosos artículos de la aquellos años. En uno de ellos se cuenta la peculiar historia del vigués que insistió en regalarle a su amigo italiano un lienzo con la figura de su loro.

Serafín Xoaquín Avendaño Martínez viajaba a España con mucha frecuencia. Y no dejaba de visitar Vigo. En la finca Bellavista, donde había nacido, también se dedicada a trabajar. Allí, según se cuenta, también daba clases de pintura. Durante sus estancia recibía a destacadas personalidades de la vida cultural viguesa e incluso gallega.

Se había convertido, por su trabajo y también proyección internacional, en una referencia de gran valor. Destacaba por dedicarse al sobreimpresionismo, pero nunca descartaba la posibilidad de experimentar con nuevas técnicas para pintar sus cuadros. Su obra se fue extendiendo por toda Europa, cada vez con más fuerza, calidad. Algunos críticos de arte lo definieron como "un talento que desborda calidad" y otro como "un genio adelantado a su tiempo".

En Vigo era muy conocido, tanto él como su familia. El ayuntamiento de la ciudad decidió en 1916 rendirle un homenaje. Diseñó un monumento y su inauguración, en marzo de ese año, fue el lugar de encuentro de numerosos artistas y políticos. Serafín Xoaquín Avendaño Martínez lo recibió con algo de sorpresa, pero también con agradecimiento. Falleció en el mes de agosto en Valladolid.

La noticia llegó a la ciudad varios días después. Causó una gran conmoción. El ayuntamiento de la ciudad reaccionó de manera muy rápida. Decidió ponerle su nombre a una calle, algo que todavía sigue vigente en la actualidad. La elección del lugar no fue casual. La vía se encuentra muy cerca del lugar donde nació y también trabajó. En aquella época, la calle se llamaba A Barxa y era una de las más populares de Vigo. Por allí pasaban muchas personas que se dirigían a puerto. Además, se organizaron multitudinarios funerales en la Concatedral. Curiosamente, algunas de esas misas tenían lugar a las siete de la mañana, una hora poco habitual para este tipo de actos litúrgicos.

El legado artístico del pintor fue inmenso. El museo del Prado contiene varios de sus cuadros, que también se pueden ver en el Museo Provincial de Pontevedra o en el Museo de Castrelos, donde se exponen algunos de sus lienzos más representativos. Numerosos libros editados durante los años posteriores muestran su importante obra. También se han organizado conferencias y diversos actos culturales sobre su figura.

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