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Un vigués repara instrumentos de hasta hace 4 siglos valorados en millones de dólares en EE UU

El luthier Anxo Cabreira regresa al taller Hans Weisshaar para restaurar un chelo del siglo XVIII y reproducir uno de los más legendarios de Stradivarius

El luthier Anxo Cabreira Costas en su taller RICARDO GROBAS

Por sus manos han pasado instrumentos de cuerda con hasta cuatro siglos de antigüedad y valorados en millones de euros. El prestigioso taller de luthería Hans Weisshaar, ubicado en Hollywood, ha confiado en su pericia y su sensibilidad para repararlos, restaurarlos y conservarlos. El vigués Anxo Cabreira Costas regresa esta primavera a Estados Unidos con dos objetivos: colaborar en la importante restauración que necesita un violonchelo Alessandro Gagliano (siglo XVII) y en la reproducción de uno de los cellos más legendarios de Stradivarius, el "Bajo de España".

Ya de pequeño, Cabreira Costas sabía que le gustaba la música -tocaba la gaita y otros instrumentos tradicionales- y la madera. Años más tarde descubriría como combinar ambas pasiones: la luthería. Una profesión poco desarrollada en la Península Ibérica, donde solo se puede estudiar de manera formal en una escuela de Bilbao. Cuatro años de capacitación técnica que completó con otros ocho de luthería antigua en la Escuela de Artes y Oficios de Vigo. hace un año y un mes, este joven de 29 años abrió su taller en rúa Ceboleira. Solo hay otros dos en Galicia.

El luthier Anxo Cabreira Costas en su taller RICARDO GROBAS

En su trayectoria hay un hecho clave: la admisión como colaborador en el prestigioso taller Hans Weisshaar. "Músicos de primer nivel le confían sus instrumentos y la exigencia es muchísima", cuenta Anxo. Su fundador, creó técnicas innovadoras ahora usadas en todo el mundo. Su actual propietario, Georg Eittinger también es una eminencia. Cuando la escuela vasca le invitó a dar un curso, este respondió que no tenía a quién dejar el taller mientras tanto. Le ofrecieron a uno de sus alumnos, Cabreira, y ambos congeniaron. Estuvo allí tres meses, en los que, para ajuste o para mantenimiento, por sus manos pasaron instrumentos creados por Grancino (siglo XVII), Guarneri (s. XVIII), Busan (s.XVIII), Rocca (s. XIX) y Villaume (s.XIX), entre otros. El más antiguo fue un Amati de en torno a 1630. El más valioso, un Stradivari que superaba los diez millones de dólares El que más le marcó, un Guadagnini (s. XVIII), "perfecto dentro de su imperfección".

Eittinger, ahora le ha pedido que vuelva "porque tiene bastante trabajo". Vuela hasta Hollywood a finales de marzo para quedarse otros tres meses. Entre los proyectos en común que desarrollarán está una importante restauración de un violonchello de Alessandro Galiano y, "si va bien", empezar con la reproducción de un cello de la etapa dorada de Stradivari, el "Bajo de España". No se plantea instalarse con Eittinger en EEUU, no le gusta el país y le tira mucho la tierra. Destaca que lo importante es hacerse un nombre demostrando la valía. "La gente que tiene un instrumento como estos te va a buscar dónde estés", concluye.

"Vuelves a dar vida a un instrumento". Así sintetiza la labor del restaurador de violines, que puede estar meses o incluso años con un mismo instrumento. "El oficio tiene mucho de documentalista, descubrir qué pigmentos usaban, qué barnices...", explica. Aunque no hay demasiados luthiers, está convencido de la pervivencia del colectivo: "Las máquinas no tienen la sensibilidad para hacer un violín de concierto".

Su nueva meta, la réplica del "Bajo de España"

Antonio Stradivari construyó a partir de 1707 los catorce violonchelos que están considerados los más perfectos desde el punto de vista constructivo. Entre ellos se encuentra el "Bajo de España" (1713). Este instrumento pasó por el taller Hans Weisshaar hace algunos años para una restauración de gran calado. Necesitaron hacer moldes de él y, ahora, quieren utilizarlos para reproducirlo. Es la nueva meta en común que se han marcado Georg Eittinger y Anxo Cabreira. Este cello estuvo a punto de perderse, en el siglo XIX, cuando su dueña vendió la tapa a una tienda. Un luthier lo descubrió en el escaparate de una tienda de Madrid y un coleccionista logró reunir todas las piezas.

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