Durante la Segunda Guerra Mundial, sólo en una ocasión un zepelín osó enfrentarse a un submarino alemán. La cuestión era apenas conocida tanto por expertos como aficionados a la historia bélica, por ello la web especializada www.u-historia.com acaba de publicar por primera vez en español un detallado estudio sobre aquel singular combate.

Los zepelines fueron utilizados por Estados Unidos en la II Guerra Mundial para misiones de vigilancia sobre el mar. Como se esperaba que nunca entrarían en combate, apenas llevaban un armamento simbólico, formado por una pequeña ametralladora en el morro y sólo cuatro cargas de profundidad en la panza, reguladas para explotar apenas tocaran el agua y así dañar a buques enemigos. Todo parecía indicar aquel 18 de Julio de 1943 que los tripulantes del dirigible K-74 iban a tener otra rutinaria y tranquila misión nocturna, en este caso, escoltando a un mercante y a un petrolero que se disponían a cruzar los Estrechos de Florida. Sin embargo, estos 10 hombres iban a entrar en la historia de la guerra aeronaval.

Se adelantaron a los barcos para explorar la ruta cuando, de repente, algo se iluminó en la pantalla de su radar. Pronto se dieron cuenta de que el objeto detectado era, en realidad, uno de los temibles submarinos alemanes, llamados "Uboot", que navegaba en superficie. El comandante del dirigible, Nelson Grills, informó por radio a su base, mientras sopesaba la situación, que se había vuelto preocupante. El "Uboot", que carecía de radar, llevaba un rumbo directo a los barcos que protegían la aeronave y, en pocos minutos, los vigías alemanes verían con sus prismáticos a los indefensos buques, que hundirían sin problemas. Navegaba por la zona un destructor de la US Navy, el Dahlgren, pero estaba demasiado lejos para llegar a tiempo. El comandante Grills sabía que el submarino llevaba un potente armamento antiaéreo. También era consciente de lo lento que era su dirigible, y el gran blanco que suponían.

En cambio, contaban con el factor sorpresa, pues aún no habían sido avistados y, al fin y al cabo, su misión era proteger al mercante y al petrolero, por lo que Grills decidió atacar. Comenzó la maniobra de aproximación y, poco después, fue descubierto por los germanos, que le dispararon un nutrido fuego antiaéreo, al que a duras penas respondían con su pequeña ametralladora. Pese a los impactos recibidos, que le incendiaron uno de los motores, el zepelín logró ponerse justo encima del sumergible pero, cuando el bombardero Isadore Stessel accionó el mecanismo que liberaba las cargas de profundidad, éstas no se soltaron, no se sabe si por los daños recibidos o un fallo del sistema, lo que aprovechó el "Uboot" para seguir disparando al zepelín y escapar de allí a toda velocidad, pues sabían que se había dado la alarma. Con este valiente gesto, el comandante Grills salvó a los barcos, pero no a su nave, que perdía altura y tenía serios daños. Todo había durado apenas cinco minutos.

Cuando el zepelín tocó el agua, sus tripulantes salieron como pudieron. El comandante quiso asegurarse de que todos habían escapado y nadó alrededor de los restos flotantes, lo que provocó que una corriente marina lo alejara de allí. El resto de la tripulación permaneció unida junto a lo que quedaba de su aeronave esperando que, al amanecer, sus compañeros de armas los buscasen, así se les vería mejor.

Milagrosamente, no había ni víctimas ni heridos, el agua estaba tibia y confiaban en aguantar hasta que llegara el rescate. Con las primeras luces, se montó el dispositivo de búsqueda, y en seguida los localizó un hidroavión, que guió al destructor Dahlgren hasta ellos. Por desgracia, con el rescate ya en camino, lo peor estaba por pasar, pues los primeros en llegar fueron los tiburones, que atacaron a un hombre que se había quedado aislado del grupo, precisamente el bombardero Isadore Stessel. Los testigos relatan algo similar a lo que muestra Spielberg con los bañistas en su conocida película. Por suerte para ellos, poco después se hundió finalmente lo que quedaba del dirigible, lo que hizo detonar las cargas de profundidad, espantando así a los tiburones. Al poco llegó el destructor y los sacó del agua. El comandante Grills también fue localizado, a unos 10 kms. de sus compañeros, y con vida.

Los americanos quisieron vengar al desdichado bombardero e iniciaron la caza del sumergible, que resultó ser el U134. Al día siguiente, 19 de Julio, un avión lo atacó con tres cargas de profundidad que le dañaron las baterías. Interceptaron un mensaje desde su base, en la Francia ocupada, ordenándole regresar. Sabían su posición y su ruta, por lo que simplemente había que esperarlo en ciertos lugares. Así, el 21 de Agosto, un avión del portaaviones USS Croatan localizó y atacó al U134 durante una hora y, aunque el "Uboot" había escapado por segunda vez, su suerte ya estaba echada. Tres días después, en la noche del 24 de Agosto de 1943, un avión inglés dotado de radar y foco de iluminación, detectó al U134 acercándose a Cíes. Quizás para mezclarse entre los pesqueros y confundir al radar, se lanzó al ataque y no falló. El submarino se hundió con sus 48 tripulantes dentro, su capitán, Hans-Günther Brosin, apenas tenía 26 años.

A falta de más datos, todo apunta a que el pecio del U134 fue localizado por la Armada Española con el buque Ángeles Alvariño en 2013 durante la Misión Ofión, que tenía por objetivo buscar un galeón español perdido en Cíes tras la Batalla de Rande.