Manuel Curros Enríquez nació Celanova (Ourense) en 1951 y falleció en La Habana (Cuba) en 1908. Manuel Gómez Román, el joven presidente de la Sociedad La Oliva de Vigo, era conocedor de la especial vinculación del poeta con la ciudad y puso en marcha una iniciativa para rendirle homenaje. Su entidad era una de las más activas en aquella época. Su objetivo era la construcción de un monumento para que la figura del también escritor y periodista no quedara en el olvido.

Apoyado por el Ayuntamiento de Vigo inició una campaña en la que buscaba los apoyos económicos para su proyecto. La abrió a todas las personas y entidades. En la misma colaboró de forma activa El Decano, que durante mucho tiempo publicó numerosas noticias sobre el mismo. Se destacaban las aportaciones que se realizaban así como el desarrollo del proyecto. El ayuntamiento también se involucró de manera especial, lo mismo que los emigrantes residentes en Argentina y Cuba. Todos aportaron algo. Así hasta que en 1911, hace 105 años, se pudo inaugurar el monumento.

Lorenzo Coullat Varela, un ceramista, pintor y escultor, fue el encargado de su diseño. Tenía un gran prestigio en aquella época. Una de sus obras más conocidas fue el monumento a Cervantes que se ubicó en Sevilla. En Vigo se vivió con interés el proyecto. Se realizó un acto para la colocación de la primera piedra y la inauguración congregó a muchas personas y también autoridades.

La Alameda fue el lugar elegido. Los responsables municipales buscaron un sitio emblemático. Y ese escenario era el punto de encuentro de muchos vigueses en aquella época. Allí se quedó hasta 1965, cuando Rafael Portanet, alcalde de la ciudad, inició un ambicioso proyecto de remodelación de la urbe. Y decidió trasladarlo al monte del Castro. Este lugar estaba muy deteriorado y se quería mejorar con diversas obras e iniciativas. Pero el monumento se colocó en un lugar poco visible, casi escondido.

El monumento a Curros Enríquez en O Castro en 2008 Ricardo Grobas

Allí permaneció durante mucho tiempo hasta que en 2008 se tomó la decisión de trasladarlo de nuevo a la Alameda. Se cumplía el centenario de la muerte de Manuel Curros Enríquez. El acto resultó emotivo, con la presencia de los alcaldes de Vigo y Celanova y numerosos representantes de la cultura gallega. Allí se puede ver en la actualidad. No es el mismo sitio de su lugar original, pero muy cerca.

El poeta tenía una especial vinculación con la ciudad. Escribió un poema en el que mostraba sus deseos: "Si mi desventura es tal, de tu sol bajo el imperio, ¡oh Vigo!, préstame leal, una choza en tu arenal o un hoy en tu cementerio". Era una declaración de intenciones escrita también desde el agradecimiento, a pesar de que nunca llegó a residir en Vigo.

Varias veces estuvo a punto de tomar la decisión de instalarse en la ciudad, pero por varios motivos no llegó a cumplirse. Sin embargo, se unión fue constante. Su viuda, María Luisa Polonia, se quedó a vivir en Vigo tras el fallecimiento de su marido. El ayuntamiento aprobó concederle una pensión vitalicia. Desde el consistorio también se ayuda a Sofía, la hija del poeta, y su nieta, que atravesaron por graves dificultades económicas en aquella época. Un gesto de las autoridades municipales que emocionó especialmente al poeta, que estaba alejado de su familia.

Manuel Curros Enríquez residió en Madrid, Ourense y también en La Habana. Allí dirigió un periódico y participó en numerosas actividades culturales. Pero nunca se despegó de Galicia, siempre presente en toda su obra. Falleció en 1908 y sus restos fueron trasladados a A Coruña. Allí también se encuentra otro monumento dedicado a su figura, al igual que en otras ciudades gallegas. Vigo le rindió otro particular homenaje al darle nombre a un céntrica calle.