Uno de los asuntos que más polémica provocó tras el asalto a la sucursal de Abanca en O Calvario en noviembre de 2014 fue el uso de los chalecos antibalas, o mejor dicho la ausencia de estas prendas de protección en el equipo de buena parte de los agentes que patrullan la ciudad.

Las autoridades mantienen que se ha intentado poner remedio a esta falta de medidas de protección, pese a que los sindicatos policiales siguen denunciando las carencias.

El director general, Ignacio Cosidó asegur que se habían gastado ocho millones en chalecos antibalas y que dotarán con 5.000 chalecos más este año, incrementándose el número en 26.000. El objetivo, en palabras del propio Cosidó, es que los alumnos de la academia de Ávila salgan con uno "bajo el brazo". "El chaleco debe ser una dotación individual como el arma", indicó Cosidó, para el que una de sus prioridades es "mejorar la protección y seguridad de los policías".

Cosidó también tuvo palabras de elogio para los profesionales. "Afortunadamente en Vigo hay una gran comisaría con casi 400 efectivos que con su trabajo permiten que la seguridad vaya bien", afirmó.

Por su parte, el comisario jefe de Vigo, José Muñoz, reiteró la necesidad de emplear "chalecos individuales permanentes". "Los colectivos son mucho más pesados e incómodos. Es un aspecto a corregir", matizó, para asegurar que los agentes disponen de "suficientes chalecos para todos, pero no de forma individual".