La deflagración de gas butano ocurrida esta semana en un edificio de la calle San Salvador de Vigo se saldó con graves consecuencias: un muerto, varios heridos y más de 60 residentes realojados por los severos daños de la detonación, que arrancó puertas, tiró ventanas y se llevó tabiques por delante. Una fuerza descomunal que provocó que incluso familias de otros inmuebles del barrio notaran cómo se "movían cosas" en sus casas. Este tipo de siniestro no es muy frecuente, pero cuando se produce, los efectos, si concurren una serie de fatales circunstancias, pueden ser fatales. "Desde un incendio hasta una gran explosión que puede hacer venir abajo el edificio, colapsarlo; va a depender del rango de concentración del gas, de las dimensiones del local donde está la bombona, de la ventilación...", resume Gumersindo Fernández, ingeniero industrial experto en instalaciones.

El siniestro en San Salvador está en fase de investigación policial y tras barajarse inicialmente una fuga accidental como origen, los agentes, sin cerrar del todo la anterior, se centran en otra hipótesis, la de que el fallecido pudiese haber hecho una "mala manipulación", de forma "intencionada o inconsciente". Sin entrar en este caso ni en sus causas aún objeto de indagación, los expertos aprovechan para hacer una llamada a la precaución para evitar accidentes de esta índole. Y repiten una palabra: ventilación. "Es clave, lo más importante", explica Fernández, que pertenece al Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Galicia. En el caso del gas butano, más pesado que el aire, la ventilación debe situarse en la parte inferior de la zona donde se coloque la bombona. "Tener una bombona en un armario cerrado y sin rejilla es un gran riesgo", avisa el experto.

Las acumulaciones de gas no son siempre explosivas. Tienen este peligroso comportamiento en un determinado rango de concentración, que en el butano está entre un 1,8 y un 8,4%. Y el gas en sí, en las concentraciones que se dan en un hogar, no suele ser tóxico. "Una bombona, o incluso dos, no son suficientes para desplazar el oxígeno de una casa", tranquiliza el ingeniero. "A no ser que haya una intención y te encierres en una estancia pequeña", aclara.

Riesgos

Si hay una fuga, el nivel de concentración que alcance no tiene control humano. Pero sí el resto de circunstancias. Con una buena ventilación, se minimizan riesgos. "El gran problema es cuando la gente no pone rejillas; o las tapa", señala. Si a esto se añade que la bombona está en una cocina pequeña, con puertas cerradas, los efectos pueden ser muy graves. "La presión puede ser brutal", describe. "Si hay la concentración de gas adecuada, algo tan simple como la carga electrostática de la ropa, el arranque del motor de la nevera... puede causar la explosión", afirma.

¿Cómo reaccionar? Ante un olor fuerte a gas -el butano tiene un olorizante característico, perceptible antes de que llegue a niveles de peligro-, el consejo es cerrar el regulador de la bombona, abrir ventanas, salir de casa y avisar. Y nada más. Un gesto tan instintivo como darle al interruptor de la luz también puede ser fatal. "En una situación de estrés uno puede reaccionar así, pero no se debe hacer", afirma el experto.

Lo positivo, valora, es que hay pocos accidentes de este tipo. En Vigo hubo otra explosión de gas butano hace cuatro años, en Vázquez Varela: sólo se registró un herido, aunque hubo que desalojar el inmueble. "Desde el colegio insistimos en la necesidad de las revisiones periódicas obligatorias cada cinco años, responsabilidad de los propietarios", señala. Porque, concluye, con "un uso razonable y estas revisiones los riesgos son mínimos".