Por más resistente y seguros que sean ahora los barcos, los capitanes jamás infravaloran la fuerza del mar. Saben que una ola dirigida hacia un punto crítico del casco o la embestida de una sucesión de ellas pueden desanclar un contenedor o cualquier carga generando un efecto dominó que acabaría en una escora imposible de corregir en alta mar. Esto le ocurrió al Modern Express la semana pasada frente a Cabo Ortegal, un buque Ro-Ro que al final llegó remolcado a Bilbao tras recorrer casi 200 millas a la deriva con una inclinación de 60 grados. Tampoco los grandes cruceros son inmunes a los vendavales, como ayer comprobó el Anthem of The Seas, uno de los mayores del mundo -conocido por los vigueses por las escalas del año pasado en la Estación Marítima- que logró atracar en Florida tras una tormentosa ruta que acabó con importantes daños a bordo y cuatro heridos.

Así que mejor no arriesgar ni las vidas de tripulantes y pasajeros ni la carga que se transporta ni el barco. Sobre todo cuando en ruta hay un abrigo natural y gratuito como el de Cíes, donde prefirieron fondear los catorce barcos de ayer. La concentración de esta flota frente a Rodas contrasta con la ausencia de buques en Langosteira. El megapuerto donde la inversión camina hacia los 1.000 millones de euros se justificó en su día como zona de refugio, y sin embargo, los capitanes prefieren evitarlo. Sobre todo en días como el de ayer, cuando la boya oceanográfica ubicada a la entrada de la mastodóntica dársena coruñesa marcaba casi nueve metros.

El Náutico cierra la piscina

Por otro lado, el Náutico se ha visto obligado a cerrar la piscina "por motivos de seguridad". El fuerte temporal causó un "desperfecto muy localizado en el techo y el club", según informa la entidad en su web. Reabrirá la instalación en el plazo de tiempo más breve.