Impostura, pantomima, purpurina, lentejuelas. La fiesta del engaño se estrena hoy y las comparsas ya han dado las últimas puntadas a carrozas y disfraces entre ensayos musicales y pruebas de bailes. En esta celebración ya apenas queda espacio para las plañideras o los curruvellos. Los grandes carnavales, como los de Canarias o Brasil, han influido en el resto de celebraciones, incluidas las de Vigo, y los acompañamientos fúnebres y las burlas reivindicativas han dado paso a vistosos desfiles donde se busca la exuberancia y originalidad.

"La gente quiere ir elegante, lucirse, ya no quieren ser farrapeiros", exclama Carlos Estévez, fundador de la comparsa Travesía de Vigo, que cumple 29 ediciones participando en el desfile. El vigués considera que su comparsa fue la precursora del cambio de los carnavales hacia un estilo más caribeño: "El primer año fuimos de fichas de dominó, el segundo de pescadores, pero al tercero ya empezamos con las mariposas". Desde entonces se pasan el año pensando en ofrecer la imagen más revolucionaria posible.

"Lo que se busca es ser coloridos", señala Amancio Lago, responsable de la comparsa de Matamá, que lleva 15 años en activo. En las últimas ediciones se han decantado por películas, este año le ha tocado el turno a Frozen. "Vamos a siete desfiles, uno en Portugal, y en cada sitio se premia una cosa, así que buscamos temas que se presten a la fantasía, cuidamos la música en directo...llamar la atención de la gente y dejarlos con la boca abierta", explica.

Travesía también apuesta por el color y han titulado su presentación De outra galaxia. Botellas de plástico y alambres han sido los materiales escogidos para dar vida a la performance. Estévez asegura que es se pasan meses recopilando ideas especialmente para los materiales ya que son difíciles de conseguir. "En verano ya tenemos todo planeado y nos ponemos a trabajar", afirma. Cuenta además que es tal el deseo de sorprender que algunas comparsas han llegado a alquilar disfraces de otros años de los carnavales de Tenerife. "Pero eso es muy caro, los materiales que emplean allí valen mucho", asegura. El presupuesto de un grupo depende de la autofinanciación, así que ganar los concursos es muy importante, de ahí su empeño en ser los mejores. Travesía de Vigo el año que más desembolsó en su propuesta alcanzó los 6.000 euros. "Íbamos de lámparas, se encendían y todo con una batería que llevábamos, recuerdo que cuando estábamos en el desfile y las encendíamos... aquello era un clamor, todavía se me ponen los pelos de punta al recordarlo".

Emular a los referentes internacionales tiene una dificultad añadida en Galicia: la climatología de febrero. "Sí que tenemos en cuenta el tiempo cuando pensamos los disfraces, pero no les hables a las niñas, que son las que suelen ir más destapadas, de frío ni nada de eso, ellas bailan, se mueven, nadie se quiere tapar".