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La fe de los "erasmus" revitaliza las iglesias

Estudiantes de intercambio procedentes de Polonia o Italia se sorprenden ante la falta de jóvenes: "Solo hay abuelos y nietos"

Las "erasmus" polacas Adriana Kot y Magdalena Nowak, ante la iglesia de Fátima. // FdV

"En Polonia, tomarte un café con un sacerdote y hablarle de cualquier cosa de tu vida es algo normal. Los tratamos como amigos, no como algo alejado de nosotras". Adriana Kot y Magdalena Nowak, de 22 y 24 años, respectivamente, están acostumbradas a que sus compañeros del campus se sorprendan por el entusiasmo con el que viven su fe: "El Dios es el mismo, pero en nuestro país hay más alegría, la gente lleva la guitarra y canta en misa. Aquí los sacerdotes son muy amables y hemos hecho amigos, pero en las iglesias solo hay abuelos y nietos. Y eso no es bueno porque la gente joven es la que tiene más fuerza para cambiarlo todo".

"En mi ciudad, nos encontramos en grupos para comer juntos y hablar de nuestras cosas y de Dios. Es algo que necesito y que me ayuda en el alma. Somos como una familia. A veces la gente me dice que le gustaría ser como yo porque siempre estoy alegre. Y entonces yo les digo que mi optimismo no viene de las compras sino que es un regalo de Dios. La gente va al psicólogo, nosotros hablamos con nuestro sacerdote", relata con una amplia sonrisa Magdalena, que realiza sus prácticas en el Servicio de Deportes de la Universidad tras haber terminado Filología Inglesa en Torun.

"El año pasado también vine a Vigo de intercambio y ahora la experiencia me está encantando porque reúne tres de mis pasatiempos favoritos: el deporte, el inglés y el español. ¡En noviembre corrí el primer maratón de mi vida en Oporto!", celebra.

Adriana estudia la misma carrera en Radom, donde presentará su trabajo fin de grado a final de este curso. Acaba de regresar a casa tras haber finalizar su estancia en Vigo y disfrutado aquí de las vacaciones de Navidad. "En Nochebuena estuve con gente de Polonia y el 25 con una familia de Vigo. En mí país es diferente porque ese día se pasa con los amigos. Y no comemos uvas en Fin de Año ni celebramos los Reyes. Me encantaría volver porque he hecho muchos amigos en la Universidad y en la iglesia", reconoce.

En los campus de Polonia, donde la tradición católica está muy arraigada, hay capillas para los estudiantes pero ambas insisten en que su mentalidad es abierta. "No todo el mundo en nuestro país va a la iglesia. Tenemos amigos que son ateos, no es un obstáculo para nosotros. La iglesia no es una casa sin ventanas ni un gueto", aclaran.

Magdalena, cuya mejor amiga de la universidad en Torun no es creyente, relata la experiencia vivida con otro estudiante de intercambio británico, David, junto al que recorrió el Camino de Santiago desde Tui. "Yo lo hice por religión y él por turismo y lo pasamos muy bien. La fe es algo muy personal, cada uno tiene diferentes pensamientos. A mí me encantó porque pude reflexionar y también por los paisajes y el deporte", destaca.

A las dos les encantaría participar en la Jornada Mundial de la Juventud que se celebrará en Cracovia en el mes de julio, la segunda que tiene lugar en Polonia tras la que convocó Juan Pablo II en 1991. "A mí me gustaba mucho él y también Benedicto XVI. El Papa actual es muy abierto a todas las religiones y se quiere acercar a la gente. Tiene twitter, facebook y se hace selfies. Juan Pablo II fue bueno para su época y ahora necesitamos alguien como Francisco, más moderno", comenta Magdalena.

Adriana también aplaude su proximidad: "Me gusta porque actúa de manera sencilla. Sientes que no hay una distancia entre tú y el Papa. Aunque no lo conozcas lo sientes cercano y busca un camino para estar con los jóvenes".

A Magdalena, que terminará sus prácticas a finales de mes, le gusta la iglesia de los Capuchinos: "Tiene alma y me siento como en Polonia". Otras veces acude a Fátima, como Adriana, que aprovechó su estancia en Vigo para conocer el santuario de Fátima junto a otras "erasmus" y el sacerdote Alberto Montes, delegado diocesano de Pastoral Juvenil y excapitán de la selección española de la liga del Vaticano mientras realizaba sus estudios de Teología en Roma.

Ambas estarían encantadas de regresar a la ciudad. "A mí me gustaría abrazar a la familia y a los amigos de Polonia y volver", comentaba entre risas Adriana días antes de coger el avión. A Magdalena ya le une un estrecho vínculo con la ciudad, donde tiene una gran amiga, Marta Novo, a la que considera "una hermana".

"Hice mi primer "erasmus" en Castellón hace tres años y después mi universidad polaca participó en un proyecto con gente de varios países. Había vigueses, entre ellos Marta, que me dijeron que esta parte era la más maravillosa de España y por eso quise conocerla. Salgo mucho a correr y siempre me sorprenden los paisajes, la naturaleza y el océano. Tenéis suerte de vivir aquí", envidia.

Las dos también subrayan el carácter de la gente: "Todo el mundo es muy agradable y te ayudan con una sonrisa. Puedes estar esperando el autobús y algún chico empieza a hablar contigo y acabas teniendo una conversación de una hora. Son más abiertos que en nuestro país".

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