La sexta expedición que llevará el nombre de Vigo a la Antártida para estudiar el efecto del calentamiento global sobre los varamientos de algas ya está en marcha. El coordinador de la misión, Mariano Lastra, y sus compañeros Jesús Souza y Jesús López partieron ayer desde Peinador y esta noche aterrizarán en Punta Arenas, al sur de Chile, donde está previsto que el Hespérides los recoja el próximo miércoles. El grupo gallego, que completan el también vigués Manuel García, y José Mora, de la Universidad de Santiago, navegará durante tres jornadas hasta desembarcar en la isla Decepción, donde los biólogos permanecerán un mes.

Los partes meteorológicos indican que la travesía transcurrirá con normalidad, aunque el paso de Drake, el estrecho que separa el Cabo de Hornos del continente helado, siempre es una incógnita. Sus aguas son las más tormentosas del planeta y en 2010 dieron un buen susto al equipo del aventurero Jesús Calleja mientras los vigueses se encontraban en la base. Investigadores y militares los recibieron después con una paella para reconfortarlos y les ayudaron a reparar la embarcación.

"El tiempo está bien ahora pero las borrascas en el estrecho pasan muy rápido y los partes se conocen con 12 horas de antelación. En cuanto haya una ventana lo atravesaremos", explicaba Mariano Lastra antes de emprender ruta.

Los cinco científicos gallegos viajan casi exclusivamente con sus pertenencias personales pues el material para desarrollar su proyecto ya les espera en la base Gabriel de Castilla. Los contenedores con los equipos científicos partieron a principios de noviembre a bordo del Hespérides desde su puerto base de Cartagena.

La base Gabriel de Castilla reabrió sus puertas el pasado 17 de diciembre, coincidiendo con el arranque del verano en el Polo Sur, para acoger a los investigadores de la XXIX Campaña Antártica Española. Los vigueses serán sus últimos ocupantes y deberán afrontar una meteorología más adversa: "Por estas fechas el clima ya es más duro. Empieza el otoño y se producirán más ventiscas, pero vamos advertidos. A ver con qué nos encontramos una vez allí".

La campaña de este año tiene un marcado carácter gallego pues está liderada por militares de la Brilat de Pontevedra. Ellos fueron los encargados de instalar en el tótem de distancias la señal de la nueva ruta jacobea entre la Antártida y Santiago, la más larga del mundo, con más de 14.000 kilómetros.

El contigente de la Brilat también izó el banderín conmemorativo de la primera peregrinación entre el Polo Sur y Galicia, que será arriado por los últimos habitantes de la base antes de su vuelta para que retorne con ellos a Compostela.

La bandera será ofrecida a la Catedral y los militares e investigadores que quieran escoltarla hasta el Obradoiro podrán presumir de ser los primeros "pingüarinos" de la historia. La iniciativa está impulsada por la Federación Española de Asociaciones de Amigos del Camino de Santiago y la base antártica ya dispone de un sello y de las correspondientes credenciales para los futuros peregrinos.

Hasta la clausura de la base, los biólogos vigueses analizarán si el aumento de la temperatura actúa como acelerador de la descomposición de las algas depositadas en las playas de grava volcánica de Decepción. Los nutrientes liberados durante estos procesos acaban en el agua y aumentan su producción primaria, la base de la cadena trófica. Determinar estos efectos permitirá conocer las consecuencias del cambio climático sobre la Antártida.

Los investigadores llevan años analizando los varamientos de macroalgas y en esta expedición, además de intentar recuperar termómetros que dejaron instalados en su última misión, recogerán datos en varios puntos con actividad geotérmica de la bahía Foster, el anillo interior de la isla, y realizarán experimentos en zonas no calientes.

El proyecto tiene una financiación de 50.000 euros del Ministerio de Economía y contempla otra expedición en 2017. Así que los biólogos vigueses tendrán una segunda oportunidad de convertirse en "pingüarinos".