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Fin de una era en la atención sanitaria de Vigo

El 'Pirulí' deja de latir tras 60 años

El emblemático hospital atesora una rica historia de vivencias, anécdotas y cambios en el recuerdo

"Lévame á última planta, déixeme mirar a paisaxe e quedarei novo". Estas fueron las palabras que pronunció el escritor Álvaro Cunqueiro a los médicos cuando acudió por primera vez al Hospital Xeral a tratarse de una dolencia.

Sesenta años después, un gran número de trabajadores quisieron despedirse de la que fue su segunda casa repitiendo esta hazaña: subirse a la terraza de la decimosexta planta y darle desde lo alto su último adiós al 'Pirulí'.

El pasado 24 de septiembre el complejo hospitalario Xeral-Cíes cerró sus puertas definitivamente tras 21.935 días cuidando de los pacientes de Vigo y el área metropolitana.

Sus 75 metros de altura y 18 plantas lo convirtieron en santo y seña de la ciudad, llegando las editoras postales a retratarlo como símbolo local a la vez que se organizaban excursiones para verlo. Fue el primero puesto en marcha por el Instituto Nacional de Previsión, antecedente del sistema sanitario que ahora se conoce como la Seguridad Social.

El Xeral no siempre existió como lo conocemos hasta ahora. Seis décadas dieron para mucho, y no solo en el plano tecnológico e instrumental, sino también en su estructura y visualización e incluso en su denominación. Residencia Almirante Vierna es su nombre original y con el que fue inaugurado el 16 de septiembre de 1955.

Varias anécdotas rodearon su construcción y apertura. Algunos obreros tuvieron que dejar su edificación debido al vértigo que les producía y otros fueron disfrazados de enfermos para simular la presencia de más pacientes durante la visita inaugural de Francisco Franco.

Los cambios externos del 'Pirulí' fueron inmensos. La doble escalinata que llevaba a la entrada principal fu sustituida en la primera de las obras de ampliación que se realizaron en él. Posteriormente vendría la construcción de las nuevas instalaciones que dan a la calle Pizarro y, por supuesto, su 'vestido' color verde que estrenó en el verano del 2001.

Sin embargo, sus cambios verdaderamente importantes se produjeron dentro, entre sus robustas paredes de cemento y hierro.

"Hace poco, hablando con un arquitecto sobre el Xeral me comentaba que su construcción era de las más modernas de su época y que era un edificio que podía aguantar perfectamente otros 60 años más. Se hizo un buen trabajo", recuerda Javier Castellanos, antiguo jefe de Oncología de dicho hospital. Este doctor de origen leonés comenzó a trabajar en el "Pirulí" a finales de los años 80 y ha compartido con ese edificio la mitad de su vida.

"Sin duda, el mejor recuerdo que tengo del hospital fue a mi llegada. No había muchos profesionales pero me acogieron impresionantemente bien, siempre me sentí como en casa ahí", relata el doctor Castellanos.

César Martínez, jefe jubilado de Medicina Interna, recuerda que "era extraño el día en que no se producían motines o broncas" por parte de los pacientes que echaban en Urgencias horas y horas de espera. "Cuando llegué, en el año 81, solo había un especialista de cada área. Algunos días las guardias duraban 24 horas y luego tenía que estar en consultas. A veces era un poco caos", explica el doctor Martínez, quien afirma también, al igual que su homólogo Castellanos, que "el ambiente entre el personal era fantástico, había mucha armonía entre nosotros". "Yo siempre trabajé con alegría, hasta la llegada de la problemática y los recortes en Sanidad, claro", recalca el doctor César Martínez.

Sus servicios se triplicaron

En sus inicios, el Xeral contaba con 275 camas, 6 quirófanos, 88 médicos y 91 enfermeras. Su coste fue de 103.308.123,50 millones de pesetas. Los primeros pisos se dedicaban a cirugía general, del quinto al undécimo a otras especialidades que no precisaran operaciones, y las últimas plantas estaban destinadas a los interinos. En sus últimos días de actividad contaba con cerca de 600 camas y los quirófanos y personal sanitario se habían triplicado.

Con el paso de los años y la llegada de más profesionales, el hospital empezó a ser considerado uno de los mejores en cirugía pediátrica, torácica y de columna. Para el doctor Castellanos habría que añadir una especialidad más. "El servicio de Oncología ambulatoria era la mejor de Galicia, un lujo asiático, como se suele decir", explica.

Tanto el doctor Javier Castellanos como César Martínez conocieron media vida del Hospital Xeral. De la otra media es especialista Monserrat Agudo, segunda mujer celadora que entró a trabajar en el centro sanitario.

En sus inicios, se incorporó a una profesión en plena transformación, cuando las mujeres comenzaban a ejercer el oficio de celadoras. Su gesto refleja fortaleza, decisión. Puede que el hecho de que tuviera que abrirse paso en un mundo de hombres haya influido en ello. "Había que pelear, era duro". La celadora cuenta cómo acudía a levantar a un paciente y al llegar se encontraba con la pregunta: ¿Vienes tú?, ¿pero no hay ningún hombre?".

Los más veteranos cuentan el increíble salto técnico de las últimas décadas. Lo que antes se fundamentaba en la fuerza bruta al manipular pacientes, ahora cuenta con mejoras materiales que han contribuido a sofisticar la técnica y profesionalizar el oficio.

Begoña Pérez, supervisora de la unidad de neonatos, permaneció en el 'Pirulí' hasta el mismo día de su cierre, ayudando en los traslados y empaquetando los últimos recuerdos. Empezó a trabajar ahí en el 77 y recuerda con claridad la diferencia entre sus comienzos y la realidad de ahora. "Lo que más me llama la atención es que antes los bebés eran chiquititos, muchos nacían prematuros y necesitaban de mucho instrumental para poder sacarlos y ahora, fíjate, todo lo contrario: llegan al mundo con una calidad de vida increíble", recuerda Begoña Pérez. "Mi mejor recuerdo fue cuando sacamos a un bebe de 25 semanas, y que 15 años después, te viene a visitar al centro, es una cosa preciosa. Llevo más de media vida trabajando aquí, y por mí seguiría otros 38 años más, pero sé que el cambio será para mejor en cuanto a funcionalidad y espacio", explica la enfermera

Millones de vidas y de historias nacieron entre estas paredes a lo largo de sus 60 años. El último en salir, que apague la luz.

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