Sabedor de que iba a tener que soportar toda una avalancha de acusaciones, críticas y descalificaciones a cuenta del modelo de financiación y puesta en marcha del nuevo hospital, el presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo, decidió que la mejor defensa sería un ataque demoledor. Así, lejos de prepararse para encajar los golpes que le propinaría la oposición, optó por sacudir él primero y en este empeño se esforzó al máximo.

Feijóo acusó a los diputados socialistas -en particular al alcalde de Vigo, Abel Caballero- de pretender "boicotear" la puesta en marcha del Álvaro Cunqueiro; les afeó su "irresponsabilidad" por convocar una manifestación -que reunió a decenas de miles de personas y colapsó Vigo- en pleno traslado de pacientes y servicios; atribuyó a una suerte de envidia del PSOE que la Xunta hubiese construido un hospital "en plena recesión económica"; defendió la titularidad pública del complejo sanitario; aseguró que el modelo de financiación adoptado contó con "el acuerdo del Gobierno socialista de Madrid"; y se comprometió a "rescatar el hospital de las mentiras" que, a su juicio, está vertiendo la oposición política.

Como era previsible, la intervención del presidente gallego contribuyó a incendiar más un debate que en la víspera ya había calentado la titular de Sanidade, Rocío Mosquera, objeto de las iras de socialistas, nacionalistas y AGE, que exigen por unanimidad su inmediata dimisión al considerarla responsable del "caos" creado en torno al nuevo hospital.

El portavoz socialista, José Luis Méndez Romeu instó a la Xunta a escuchar a los vecinos de Vigo y su área, que "solo reclaman no ser discriminados y recibir la misma atención sanitaria que el resto del país y no ser engañados". Además se centró en desmontar una de las acusaciones que tanto Feijóo como Mosquera han propalado en los últimos días: la irresponsabilidad de la manifestación del 3 de septiembre. "Tras años de protestas, ahora son los ciudadanos de toda condición los que claman en la calle y usted dice que es irresponsable la protesta. ¿Es acaso irresponsable reclamar un hospital tan público como los demás, que tenga un laboratorio central, con especialidades de referencia que eviten el traslado a Santiago, que dispense igualdad de trato con otras ciudades gallegas?", le preguntó Méndez Romeu al mandatario autonómico, antes de adelantar su propia respuesta: "La única irresponsabilidad es la suya cuando falta a los compromisos e impone como prioridad la privatización a ultranza, hasta dónde sea posible, con la inestimable ayuda de una conselleira insensible a las demandas sociales".

En su parlamento, Feijóo quiso achacar una actitud hipócrita a los socialistas en su defensa de la sanidad pública al asegurar que el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero le había dado el visto bueno al modelo de colaboración público-privada adoptada en el hospital de Vigo y que el pliego de las cláusulas "fue visado de conformidad por la Intervención General". Incluso afirmó que con Emilio Pérez Touriño se barajó emplear el mismo sistema. Así que Feijóo justificó la actual oposición a que "parece que haya gallegos, políticos por supuesto, a los que les molesta que la sociedad gallega pudiese hacer un hospital en plena recesión económica".

Méndez Romeu calificó la argumentación de Feijóo de "patética". "No está en cuestión la legalidad de optar por una fórmula público privada en régimen concesional, sino la opción de Feijóo para que en Vigo, de forma excepcional, hubiera un hospital gestionado por una entidad privada durante veinte años", espetó.

La viceportavoz de AGE, Yolanda Díaz, arrancó reprochando al presidente gallego que lo que debería haber sido una buena noticia -la apertura de una infraestructura sanitaria- "se ha convertido en un calvario para la gente de bien".

Estafa múltiple

A su juicio, la Xunta ha perpetrado una "estafa" múltiple a los ciudadanos: por cambiar el modelo de financiación; por "multiplicar por cuatro el coste: de 457 millones a 1.500"; por "recortar las camas y los servicios" y por incoporar lo que definió como "repagos". "En el Álvaro Cunqueiro todo es privado menos los profesionales que atienden a las personas", resumió.

Díaz quiso reabrir otro frente: el posible brote de aspergilus. "Hay una terrible situación porque sí hay aspergillus. Ustedes mintieron. Las muestras fueron secuestradas y enviadas en un sobre privado a una amiga de la conselleira en vez de a un centro de referencia", reprobó antes de solicitarle que destituyese a Mosquera, del mismo modo que en su día Mariano Rajoy obligó a renunciar a Ana Mato. "Haga algo sensato y césela", concluyó.

Feijóo negó de nuevo cualquier tipo de privatización y respondió, retador, a Díaz. "Llevo 20 años haciendo hospitales; más de los que usted puede hacer en los que nos resta de vida a los dos".