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El ritmo de la actividad creativa · Análisis

La fragilidad del arte

Los directores de algunas de las principales instituciones dibujan el panorama cultural de Vigo y vaticinan su evolución

El panorama cultural de la ciudad presenta grandes contrastes entre entidades públicas y privadas. La cultura ha sufrido un retroceso volviendo a la estereotipación que durante siglos la vinculó solo a ciertos sectores sociales. Cuando más cerca estaba del abrazo de un público heterogéneo, la economía se encargó de convertirla en un accesorio. Recuperar el terreno perdido parece una tarea difícil que algunos enfrentan con mayor ambición que otros.

"Vigo ha sido tradicionalmente un motor de creatividad en Galicia, desde la vanguardia histórica, que casi la totalidad de sus miembros vivieron aquí, hasta en cuanto a iniciativas editoriales y de otro tipo. Además, cuenta con toda la movida viguesa, la música atlántica, la popular, es una ciudad tremendamente dinámica", recuerda Javier Pérez, director artístico de la Fundación Laxeiro. Desde su posición conoce muy ha visto los altibajos de la vida cultural. "Si es cierto que hasta los últimos años Vigo tenía un déficit en oferta, se creaba pero no se exhibía porque faltaban contenedores".

Aunque ahora sí existen espacios, los agentes culturales coinciden en señalar la falta de unidad entre las entidades para impulsar la coordinación y colaboración. "Las relaciones son excelentes, aunque hay mucho camino que recorrer y esto no depende solo de las instituciones dedicadas a la cultura. Es fundamental la complementariedad entre distintos sectores", apunta el director del MARCO, Iñaki Martínez. Reconoce, como el resto de sus compañeros, que la oferta se podría mejorar.

La supervivencia de las salas depende de los presupuestos. Martínez que solo "con un pequeño incremento presupuestario" el MARCO ya podría visualizar una mayor oferta cultural gracias a un trabajo de años. Marta Lucio, directora del Museo del Mar justifica la bajada de inversión pública y también desde los propios usuarios achacándolo a la coyuntura económica: "Entiendo que en estos momentos hay necesidades que deben priorizarse más".

El directo artístico de la Fundación Laxeiro suma a la petición de más recursos económicos la necesidad de contar con una estabilidad: "Estamos moviéndonos en presupuestos tan frágiles que a día de hoy no sé con qué financiación voy a contar el año que viene".

De hacer cuentas sabe mucho Fernanda Barros. Hace menos de un año abrió la sala Ártika junto a su socio Marcos Alonso. Querían ofrecer a las compañías de teatro un lugar en el que representar "dignamente" su trabajo. "Sin que tuviesen que andar mendigando un espacio, al fin y al cabo esto es nuestro trabajo y queremos vivir de él", cuenta. Siente que el teatro, como otras artes escénicas, no está respaldado por el Concello y que es la iniciativa privada la que está supliendo las carencias del sector público.

Sus propuestas pertenecen al lado alternativo de la programación, a las iniciativas privadas que tiene que ingeniárselas para sobrevivir. "Pero eso nos permite hablar con total libertad", asegura Germán Pintos, uno de los miembros del espacio Halcón Milenario. La asociación ganó este año el premio al proyecto cultural más innovador de la Diputación de Pontevedra. "Solo somos un grupo de personas que nos gusta lo que hacemos, organizamos exposiciones sin mayor pretensión". Pintos se aleja completamente de la oferta institucional: "Personalmente no me gusta cómo se hacen las cosas, parece que todo responde a un interés político".

El pulso a la vida artística de la ciudad no solo se toma en su oferta sino también en su demanda. La inquietud existe, pero el público se ha vuelto "imprevisible", según la cuenta Enrique Rodríguez, responsable de La Fábrica de Chocolate: "Crecen las salas y hay días en los que en la misma calle hay hasta seis conciertos llenos de público, pero después programas uno que esperas sea un éxito y no aparece nadie". Rodríguez asegura que tienen que tener en cuenta factores como el deporte para poner hora a sus conciertos. "Eso antes era impensable". El responsable del Halcón Milenario considera que se ha llegado hasta este punto porque desde la administración pública no se le ha dado a la cultura la posición que merecía, equiparándola a otros valores igual de necesarios para la ciudad.

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