Las calles del centro de Vigo fueron testigos ayer de una manifestación histórica. Decenas de miles de personas -según la organización, hasta 200.000- de todo el área metropolitana acudieron a la llamada de la junta de personal del Chuvi para clamar juntos contra los "recortes" y las "deficiencias" en el nuevo hospital de Vigo, que consideran un perfecto ejemplo de lo que ocurre cuando se deja en manos de los intereses ajenos la gestión de nuestra sanidad pública". La multitud reclamó un servicio universal, equitativo y de calidad y exige responsabilidades por la gestión de la apertura del Álvaro Cunqueiro.

Al grito de "Sanidade pública e gratuita", una riada de personas colapsó el centro desde las 20.00 horas. Tal fue la participación que mientras se leía el manifiesto en Porta do Sol, hora y media después, la marcha aún coleaba en el punto de partida, el hospital Xeral. Al repertorio se sumaron, en esta ocasión, consignas como "Somos pacientes, non clientes" o "O párking de pago, otro copago".

La protesta fue convocada hace tiempo, antes del verano, cuando los sindicatos negociaban con la Dirección del área sanitaria las condiciones del traslado al nuevo hospital de Vigo y la fecha había sido escogida por la coincidencia con la prevista para el cierre de la torre del Xeral. El emblemático pirulí, donde nación toda una generación a la que animan a luchar para que la siguiente "no nazca en un hospital recortado, privatizado y con pocos recursos". El anuncio, a principios de agosto, de las tarifas que usuarios y profesionales deben abonar por aparcar en el Álvaro Cunqueiro empezaron a caldear los ánimos. Los retrasos en la llegada del equipamiento provocaron intranquilidad. Las deficiencias detectadas en la infraestructura o en el servicio de cátering alimentaron el malestar. La suspensión el pasado viernes del traslado por sospechas de contaminación ambiental en zonas por abrir encendió la reaparición del fantasma del aspergillus, que en 1998 se cobró la vida de seis pacientes en el Meixoeiro, fueron la puntilla a un descontento que cristalizó ayer con una participación sin precedentes en una protesta por el área sanitaria viguesa. La petición de dimisión de la conselleira de Sanidade, Rocío Mosquera, fue una constante.

La Gran Vía viguesa atestada por una ingente marea humana en el arranque de la manifestación // Ricardo Grobas

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El periodista Xabier Fortes y el músico Eladio Santos fueron los encargados de leer el manifiesto, con el que la Junta de personal expuso su voluntad de mantener las movilizaciones hasta lograr la recuperación de la concesión del Álvaro Cunqueiro para la Sanidad Pública, "para convertirlo en nuestro hospital, donde los profesionales trabajen con dignidad y las personas puedan acudir sin precios abusivos por aparcamientos y servicios y reciban la atención sanitaria digna y de calidad que merecen".

Interrumpidos en numerosas ocasiones por aplausos y consignas, como "Privatización é corrupción", criticaron la política sanitaria de la actual Xunta por "deteriorar y hacer inviable económicamente" el sistema público de salud, al reducir su presupuesto y permitir la entrada de capital privado en la financiación y gestión de las nuevas infraestructuras "con el argumento de la crisis económica".

Con respecto a la construcción del Álvaro Cunqueiro, recordaron que el Sergas adjudicó su construcción y la explotación de sus servicios no sanitarios por 1.300 millones de euros -durante 20 años-, cuando del gobierno bipartito presupuestó levantarlo por 400 millones de euros. Denunciaron también el baile de cifras entre las 1.465 prometidas y las 845 finalmente operativas o la reducción del número de quirófanos, la superficie de urgencias o las salas de Radiología. Tampoco se olvidaron la supresión del laboratorio central en el complejo de Beade y su traslado al Meixoeiro, lo que obliga a un sistema de transporte de muestras "con el consiguiente retraso en los resultados, el riesgo de deterioro y la pérdida de calidad y especialización". Asimismo, echan en falta el edificio de docencia, el hospital de paciente, el módulo de rehabilitación o las 160 camas de cuidados mínimos intermedios.

Expusieron que tanto la "privatización" de servicios como el "recorte" en dotaciones tiene su reflejo en la "desaparición y precarización de muchos puestos de trabajo" y advirtieron de que, "en consecuencia, se dará un peor servicio a la ciudadanía".

La junta de personal tampoco se quiso olvidar de la población de referencia que el Sergas restó al área sanitaria viguesa para entregársela a Santiago en servicios como Oncología radioterápica, Cirugía Torácica, Neurocirugía, Cirugía Plástica, Cirugía Pediátrica, Cirugía Cardíaca y Cardilogía.

"Tendremos menos sanidad pública y más negocio para sus amigos", señalaron a modo de conclusión sobre estos recortes y añadieron: "Harán negocio con todo". Alertan de que todos los valores y derechos de la sanidad pública "desaparecen cuando se cambia de modelo y se opta por la privatización". Recogieron el sentir de todos los congregados al anunciar que "la sociedad gallega se seguirá movilizando hasta recuperar una sanidad pública, universal y de calidad". Exponen al Álvaro Cunqueiro como la mejor muestra de lo que sucede cuando "se vende por piezas al mejor postor". Se muestran convencidos de que "eliminar" el sistema público para "poder hacer negocio con la enfermedad de las personas" es "su meta".

Acusan a la Gerencia del área sanitaria, de ser "incapaz de gestionar con tiempo y respeto de los derechos laborales, las condiciones de movilidad del personal" y le recriminan que "aún no informó de las verdaderas razones de la paralización del traslado". A la Consellería le recriminan que no hiciera seguimiento de la obra "para garantizar que se cumplían las condiciones de licitación y que el hospital se terminara y entregara en condiciones de uso, con seguridad para los pacientes y trabajadores". "La sensación de improvisación y falta de previsión se convirtió en una pesadilla cuando se inició el traslado", relataron y enumeraron: "Techos que se desprenden, fugas de agua, consultas pequeñas, instalaciones no adaptadas al trabajo que se realiza, áreas de aislamiento que no cumplen las condiciones mínimas, ausencia de material para garantizar la seguridad y la capacidad de respuesta ante emergencias, comidas frías...".. Por todo ello, exigen responsabilidades tanto a la Gerencia como a la Consellería "por incumplir el principio básico de seguridad". Decenas de miles de personas respaldaron este manifiesto con una ensordecedora ovación final.