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Los préstamos en las bibliotecas aumentan por el libro electrónico

El centro Xosé Neira Vilas prestó más volúmenes en julio que en ningún otro mes del año, entre ellos 190 "ebooks"

Fachada de la biblioteca municipal Xosé Neira Vilas. // Adrián Irago

Las vacaciones suman horas al ocio y propician una lectura relajada, sin preocuparse del reloj. Existe la idea de que en verano se lee más y que el lector se vuelve más indulgente, menos quisquilloso con lo que va a parar a sus manos. Pero, ¿en qué se fundamenta esta creencia? ¿Se lee más en verano? Las bibliotecas de la ciudad arrojan algo de luz sobre la cuestión. Sus datos de préstamos de libros indican que sí, que los vigueses aumentan las horas dedicadas a la lectura en los meses estivales. Una parte de los volúmenes que salen de las estanterías de estas instituciones lo hacen en forma de libro electrónico.

Los números de la biblioteca municipal Xosé Neira Vilas no dejan lugar a dudas: el pasado julio se prestaron más libros que en ningún otro mes del año. Si se comparan los datos de 2014, la vox populi también se confirma, pero hay que cocinarlos un poco. Los libros tradicionales no se prestan más durante el estío, pero si se suman los ebooks, los datos dan un tirón y el verano se convierte en la estación más literaria. Durante el verano de 2014 se prestaron 250 libros electrónicos, más que en ningún otro momento del año. Solo contando julio de 2015 ya van 109.

Al preguntar a los socios habituales de las bibliotecas si dedican más horas a este pasatiempo la respuesta se repite: "Igual". Algunos incluso aseguran que leen menos ya que aprovechan el buen tiempo para hacer actividades que el lluvioso invierno les impiden disfrutar. Sin embargo, los datos les desmienten. Quienes mejoran estas estadísticas no son los usuarios habituales, como Carlos, que lee una media de tres volúmenes por semana; o Mari Carmen Montenegro, "lectora empedernida", que se lleva el libro a todas parte, como certifica sacándolo del bolso. Son personas como Tamara Rodríguez, que en invierno viene a estudiar o consultar manuales y en verano, acabados los estudios, se lleva novelas para casa. Los niños también suman puntos en las estadísticas del verano: con los colegios cerrados, los padres acuden a las bibliotecas para sustituir sus lecturas escolares o para encontrar los libros prescritos para las vacaciones de verano.

A las puertas de la Biblioteca Juan Compañel el trajín de gente es continuo. Su directora, Concha Serrano, está convencida de que se lee tanto en verano como en invierno. "El que es lector, lo es siempre", afirma. En 2014 los préstamos de libros de la biblioteca bajaron de 28.300, en el periodo preestival, a los 24.000 en julio y agosto. "Hay que tener en cuenta que durante el verano reducimos el horario a la mitad". Las horas de apertura disminuyen un 50%, pero los libros que salen de la biblioteca solo un 15%, por lo que los números vuelven a confirmar la rumorología. Además, este año los datos contradicen la bajada de préstamos que se registró el anterior: en mayo salieron de la biblioteca casi 14.900 obras, en junio 16.300.

Ambas entidades han aumentado su número de préstamos en el último año, prueba de la buena salud lectora de la ciudad.

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