Carmela Silva (Vigo, 1960) es la persona de la máxima confianza de Abel Caballero. Eso tiene sus ventajas (es la primera a la que le consulta el regidor cualquier asunto relevante y su opinión es valiosísima, casi determinante; y también es la primera opción socialista viguesa para cualquier cargo o puesto de relevancia que sobrevenga...), pero también sus inconvenientes ("es agotador", se le escapa a veces en tono de chanza ante la presencia del propio alcalde, que zanja el asunto con una carcajada).

Con una amplia experiencia política (concejala, senadora, diputada nacional, en la actualidad secretaria segunda de la Mesa del Congreso), a la primer teniente de alcalde se le reconoce la capacidad de trabajo, cierta mano izquierda y mucho carácter. Sabe formar equipos que confían en ella. Es leal. Y emana autoridad, una virtud clave para dirigir el urbanismo y sacar con éxito un Plan Xeral complejo. Las continuas sentencias a favor del Concello reforzaron su posición y disiparon toda sombra de duda sobre vicios pasados en un ámbito que se asemeja a un campo de minas.

Ahora Caballero apuesta por ella para presidir la Diputación de Pontevedra. Sería histórico. Por primera vez una mujer, y socialista, dirigiría la institución provincial, patrimonio del PP. El reto es mayúsculo. Pero ella está acostumbrada. Eso sí, aunque esté en Pontevedra, su móvil seguirá sonando con frecuencia y en la pantalla se leerá ALCALDE.