Emilio Suárez: "Cumplo una función como animador del cotarro; aquí hacemos política de barrio"

"Hay que comprometerse con esa gente que ya no espera nada de la vida"

Suárez, en la parroquia. // A, Irago

Suárez, en la parroquia. // A, Irago

Emilio Suárez llegó al barrio de Coia en 1973 y desde su aterrizaje no ha dejado de pelear por construir una vida digna para sus vecinos. Este dominicio licenciado en Teología es miembro activo de la comunidad parroquial del Cristo de la Victoria, preocupado siempre por los más desfavorecidos.

-¿Qué valoración hace de su elección?

-Lo recibo como una recompensa a tanta gente de Coia que apoyó la historia de renovación del barrio en todos los aspectos. Estamos siete dominicos pero son cientos de laicos los que forman las comunidades populares de base.

-¿Cómo ha cambiado Coia desde la década de los 70?

-Eran polígonos de desarrollo, se construían casas hasta que empezamos a tomar cuenta de que no podía ser, los seres humanos necesitan otras cosas y empezamos a reivindicar colegios, centros sanitarios, zonas verdes, centros culturales, cincuenta mil cosas. Para eso empezamos a organizar asambleas.

-No en todos los sitios los sacerdotes son tan activos.

-Por desgracia no pasa, ojalá fuese así siempre. Por la experiencia y el conocimiento que tengo, cumplo una función social como un animador más del cotarro que se vive aquí. No soy de ningún partido político, aquí hacemos política de barrio y no partidista.

-¿La crisis se ha cebado especialmente con el barrio?

-Las empresas más representativas de Vigo tienen aquí la gente obrera. La crisis fue bestial para esas familias, muchas se encuentran con dos o tres hijos y cuarenta y tantos años sin futuro de ninguna clase.

-¿La parroquia ha sido una ayuda, una vía de escape para muchos?

-Existe un acompañamiento a los empobrecidos, se les ayuda económicamente, se les enseñan sus derechos y se les acompaña denunciando esa realidad. Llevamos muchos años exigiendo una mayor inversión social y los gobernantes escapan.

-Está en primera línea de protestas como la del "Alfageme".

-Uno que tenga un poco de sentido común sabe que el barco no tiene que estar ahí pero para nosotros es el símbolo de una inversión de dinero público sin sentido, no solamente del actual gobierno, de la historia del barco y eso es un escándalo con gente que vive una situación límite.

-¿La Iglesia debería ser esto, ayudar siempre al que más lo precisa?

-Por supuesto. La opción del creyente es la de los pobres, lo que nos enseñó Jesús de Nazaret. No vale dar consejitos, hay que cambiar esa sociedad desde la raíz. El neoliberalismo ha arrasado a muchos sectores. Es el drama actual de un sector importante, el que quiera cerrar los ojos, allá él, pero es cómplice.

-¿La jerarquía eclesiástica mira para otro lado en muchas ocasiones?

-Sí, por desgracia. Hay que comprometerse con esta gente que vive una terrible soledad psicológica, jurídica, social, un residuo de la sociedad que ya no espera nada de la vida.

-¿Hay un cambio con el Papa Francisco?

-Un cambio grande, representa el humanismo. El gran ejemplo es que no solo lo dice, actúa. Es una pena que la Iglesia después del Concilio Vaticano II no haya mejorado en muchos aspectos. No solamente es dar de comer en Cáritas, es también enseñar, implicarse y poner la voz denunciando.

-¿Tiene cuerda para rato?

-Sin duda. Que manden policía, juicios amañados, eso no me repercute nada, me da fuerza para seguir luchando. Cuando conoces realidades y se quieren tapar, no me puedo callar.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents