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"Un vaso de vino al comer, eso no falla"

Carmen Freire, vecina de la Florida, sopla las velas con su familia por su 103 cumpleaños

Carmen sopla las velas de la tarta rodeada de familiares en su piso de la avenida de la Florida. // Marta G. Brea

Rodeada de parte de su inmensa familia, Carmen Freire Carvajal, una vecina de la avenida de la Florida, sopló ayer las velas de la tarta por su 103 cumpleaños a la primera, sin necesitar ningún tipo de ayuda de ninguno de los que la acompañaban, demostrando que el cariño y la compañía que todos le prestan es la mejor receta para explicar su longevidad.

Carmen, nacida en A Escravitude, en Padrón, puede presumir desde el pasado lunes de 103 primaveras a sus espaldas. Nacida el 23 de marzo de 1912, esta mujer es un fiel reflejo de otras tantas que han luchado y trabajado hasta la extenuación para ofrecerle una vida llena de oportunidades a su descendencia, que ahora, cuando Carmen les necesita, están a su lado, brindándole una fiesta por todo lo alto con comida, dulces y, como no, dos tartas.

Como no podía ser de otra manera, Carmen no puede evitar emocionarse y soltar unas lágrimas al ver todo el cariño que le demuestra su familia, que no duda en señalarla como el faro a seguir. Tras trasladarse desde su localidad natal a Vigo con diecisiete años, conoció a su marido, natural de Coruxo, parroquia en la que viviría hasta hace quince años, cuando tras quedarse viuda, se marchó al piso de su hija Josefina, en la avenida de la Florida.

Carmen Freire puede presumir de haber tenido seis hijas -"ningún hombre, fíjate", exclama durante la fiesta-, 17 nietos, 23 bisnietos y tres tataranietos -el último, nacido hace doce días- y de una excelente memoria cuando se le pregunta por el pasado. "Trabajé en conservas Curbera, en Canido", precisa a una de sus nietas cuando ésta contaba a qué se había dedicado. Su vida ha estado relacionada con el mar desde que abandonó el trabajo en el campo en A Escravitude. "Si no podía estar en la fábrica, vendía pescado en Ribeira, Vigo", indica su hija Josefina.

En toda su vida, no ha querido perder tampoco ninguna de sus costumbres y aficiones, que en cuanto puede trata de desarrollar. "Me gusta cantar", señala, algo que queda demostrado cuando tras soplar las velas se anima a entonar una canción tradicional gallega. En su rutina diaria, no falta un vaso de vino a la hora de comer. "Siempre, no falla", puntualiza.

Una operación en una de sus piernas hace algo más de una década le impide caminar, algo que le encantaba en su juventud, así como ir de excursión con du difunto marido. La lectura también está entre sus aficiones, especialmente el FARO, y también sintoniza en cuanto puede la Televisión de Galicia. "Me gustan mucho los programas de música", concreta.

Carmen se confiesa también como una enamorada de Vigo, aunque también le gustan mucho Vilagarcía y Padrón. De la ciudad olívica se queda con dos enclaves, el parque de Castrelos y O Castro. "Son los sitios más bonitos que hay", afirma, todavía abrumada por el revuelo montado a su alrededor, una fiesta que tiene bien merecida. Y es que 103 años no se cumplen todos los días.

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