La joven viajera viguesa sentada en la fila dos del vuelo Barcelona-Vigo del pasado jueves no podía ni imaginarse cuando subió al avión la sorpresa que le iba a deparar su viaje. Despegó soltera y aterrizó prometida. Volaba junto con su bebé de escasas semanas, y su novio catalán. Es un trayecto que realizan habitualmente y nada le hacía sospechar a ella lo que iba a ocurrir a 30.000 pies de altura. Ni a ella y, ni mucho menos, a los más de cien viajeros que iban en el avión, que se convirtieron en unos testigos de excelencia.

"En un momento vi como los cuatro tripulantes se iban hacia la parte delantera del avión y que el joven se levantaba. Todo normal. Supuse que iría a pedirles algo para su bebé, y de hecho regresó al poco tiempo a su asiento como si nada", relata uno de los viajeros que iba en ese vuelo. "Minutos después, cuando estábamos ya a mitad de camino, el comandante saludó al pasaje y nos empezó a comunicar la información habitual sobre la climatología, la hora a la que llegaríamos a Vigo...", enumera. Pero cuando terminó, comenzó la intriga.

"Ahora les van a dar un mensaje muy importante", anunció el piloto por la megafonía. Los pasajeros levantaron entonces la mirada y prestaron toda su atención. Pero no fue el comandante quien habló, sino el chico de la fila dos, que se levantó, cogió el micrófono y, "sin ningún titubeo", puso en marcha su tierno plan. "Pido perdón por las molestias. A veces los vuelos son muy aburridos y quiero entretenerlo un poco si me lo permiten", comenzó. Al público ya se lo había metido en el bolsillo. Ahora tocaba lo más importante. Ganarse todavía más a su novia. "Hace cinco años conocí a mi chica y me enamoré de ella tras una noche fantástica. Y ya han visto al niño que tenemos. Y como estamos en el aire, entre las nubes y en el cielo, que es un lugar idílico, quería preguntarle: ¿quieres casarte conmigo?", le dijo ante una explosión de aplausos y silbidos de ánimo del resto del pasaje.

Todas las miradas se dirigieron en ese momento hacia el asiento de la fila dos que ocupaba la joven, que no pudo resistirse, aunque con mucha más vergüenza que su novio. Puso el brazo en alto para que lo vieran todos los viajeros y levantó el dedo pulgar en señal de aprobación, lo que desató otra enorme ovación.

Tras la calma, el comandante volvió a hablar por la megafonía. "Perdonen la molestia. Soy el comandante. Quería saber que respondió la novia", bromeó pese a haber intuido ya el "sí, quiero" tras los aplausos del pasaje. Pese a su poca vergüenza haciendo pública su petición de mano, el joven pidió por favor a los viajeros que no divulgaran los vídeos y fotografías que habían tomado.