Vigo entró en 2012 en crecimiento vegetativo negativo al registrar por primera vez en su historia más defunciones que nacimientos. Sigue siendo la ciudad gallega con una pirámide poblacional más equilibrada, pero no es inmune a la caída de la tasa de natalidad y al envejecimiento de la población y en diez años su estructura demográfica ha experimentado una profunda transformación a semejanza de lo ocurrido en el resto de áreas urbanas de la comunidad. La ciudad ha perdido 21.449 menores y jóvenes de hasta treinta años desde el 2004 mientras el grupo de vecinos que supera la edad de jubilación se disparó un 24%.

Son dos magnitudes contrapuestas que avanzan a gran velocidad hasta dar como resultado una población viguesa más madura en la que cobra protagonismo la franja de edad entre los 35 y los 44 años, que supera ya los 50.600 censados. Hace una década eran seis mil menos que ahora. Y este es solo un ejemplo del trasvase poblacional que viene detectando el Instituto Galego de Estadística (IGE) en los últimos años.

El balance publicado ayer revela que la población menor de edad se mantiene estable al borde de los 45.000 individuos, mientras que el retroceso es de un 20% si se extiende el análisis hasta que se cumple la treintena. La gran brecha coincide con el salto de los universitarios al mundo laboral y la ausencia de expectativas de encontrar trabajo. Es en el segmento de los 25 a los 29 años donde se fraguó el gran cambio al reducirse la población de este grupo en más de 10.600 personas. De 26.358 vigueses en 2004 se ha pasado a 15.753.

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Esta población no desaparece, simplemente madura y avanza hacia los siguientes grupos de edad, que se van ensanchando hasta marcar otro hito importante a la altura de la edad de jubilación sin que por detrás aparezca con la misma fuerza un relevo generacional. En una década, Vigo ha ganado 10.249 residentes que superan los 65 años. El salto se produce desde los 42.746 de 2004 a los 52.995 con los que el IGE cierra 2014.

Y de forma paralela se estrechan los niveles inferiores de la pirámide con una caída de medio millar de niños de 0 a 4 años respecto a hace diez años y dos mil menos entre los 5 y los 9. Crece, eso sí, el grupo poblacional que está atravesando la adolescencia y que eran niños allá por 2004. Ellos crecen pero cada vez son menos los bebés que llegan para rejuvenecer la sociedad del municipio.

La caída de los nacimientos, una esperanza de vida que alcanza los 83,5 años y la emigración de gente joven formada en busca de trabajo hacen que Vigo sea, después de Ferrol, la ciudad gallega que ha perdido más población por debajo de los 30 años, un 20% al que siguen el 18% de A Coruña y Ourense, el 16% de Santiago, el 13,5% de Pontevedra y cierra Lugo con un 9%. A este problema se añade además que en la última década las ciudades han visto cómo se disparaba su población mayor de 85 años hasta un 77% en el caso de la urbe olívica. Ahora mismo ya hay 7.569 personas que superan este límite frente a las 4.263 que estaban registradas en el ejercicio 2004.

Un 18% de los vigueses supera la edad de jubilación, en la misma proporción que Santiago, mientras que en A Coruña el dato se eleva hasta un 21,5% y supera el 22% en las capitales del interior. Y entre tanto dato negativo destaca el buen comportamiento de la ciudad de Pontevedra, que pese a perder población en la franja crítica de los 20 a los 30 años, mejora respecto a 2004 su población infantil y juvenil y mantiene en un 16% la representatividad de los residentes que superan los 65 años.

Los datos del IGE son válidos para evaluar dinámicas demográficas porque son los únicos que alcanzan tanto nivel de detalle como para desvelar que en la ciudad hay 4.005 personas con 56 años frente a los 2.469 bebés que cumplieron un año en 2014. Pero los datos globales de población no coinciden con los oficiales del INE y desde el Concello aclaraban ayer que no sirven como referencia. Sitúa el censo de las ciudades entre 7.000 y 10.000 personas por debajo del dato estatal, registrando 288.046 vecinos en Vigo y 241.135 en A Coruña.