Medidas preventivas

Cíes se refuerza contra la amenaza invasora del "jacinto de agua"

Se le considera la especie de mayor peligro para la biodiversidad de la península

Ejemplar de jacinto de agua.

Ejemplar de jacinto de agua.

A. Otero

Una bestia en forma de flor violeta. Donde se asienta el jacinto de agua (Eichhornia crassipes), una planta acuática catalogada por la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (IUCN) entre las 100 especies invasoras más dañinas del planeta, no queda nada. Con una formidable rapidez de expansión que en poco más de un mes puede poblar 600 m2 con 3.500 individuos, estos espesos mantos que ya cubren kilómetros de ríos como el Guadiana o Ebro arrasan la vida marina al morir asfixiada por falta de luz. Así las confederaciones hidrográficas del sur de España han gastado millones de euros en intentar frenar el imparable ritmo de crecimiento del también conocido como camalote. Esta espectacular capacidad invasora es la razón por la que el Parque Nacional de las Islas Atlánticas mantiene la alerta que hace tres años activó tras detectarse su llegada a Cíes. Ahora no hay constancia de que nuevos ejemplares hayan arribado al archipiélago pero las conclusiones de una investigación de expertos de la Universidad de Santiago aconseja extremar las precauciones.

Desde la Consellería de Medio Ambiente, responsable del archipiélago protegido, indican que durante los años 2011 y 2012 las Cíes recibieron en sus playas "un número elevado" de ejemplares de jacinto de agua. El personal de Parques retiró entre Rodas y Figueiras un total de 4.300. A partir de ese momento se organizó una vigilancia preventiva sobre estos arenales que hoy sigue vigente con rondas diarias por parte de los guardas. De momento, y "en estos últimos dos años", no han aparecido más jacintos en la isla viguesa, incide el departamento autonómico.

Cíes se refuerza contra la amenaza invasora del "jacinto de agua"

Cíes se refuerza contra la amenaza invasora del "jacinto de agua"

Pablo Ramil-Rego dirigió la investigación sobre la localización del jacinto del agua en Cíes junto a Marcos Rubinos Román, Luis Gómez-Orellana, Patricia Rodríguez y Boris Hinojo Sánchez. Del análisis de esos ejemplares concluyen que proceden de Portugal, y en concreto del Duero. Desde aquí viajarían arrastrados por las corrientes marinas y los vientos predominantes que, con especial incidencia en invierno, empujan de sur a norte el 80% de los sedimentos que acaban en la plataforma continental atlántica de Galicia. En el país vecino llevan años combatiendo la expansión de la peligrosa planta tanto en el Duero como en el Tajo, con medios mecánicos y hasta químicos.

Ramil-Rego deja entrever que por fortuna los "racimos" retirados de Rodas y Figueiras carecían de estructuras reproductoras, tal vez arrancados por efectos del viento, del oleaje o por el contacto prolongado con el agua. "El problema es que en lugar de llegar solo plantas vegetativas lleguen también frutos con semillas viables o estructuras que puedan resistir el largo viaje", argumenta. Y aunque afirma que los sistemas de playas son lugares "totalmente inadecuados para el arraigo de estos especímenes", alerta del peligro que entrañaría si el viento, o la acción de animales o del hombre, los transporta hasta medios más propicios para su mantenimiento. De producirse esto, de establecerse el jacinto de agua en Galicia, asegura que "generaría una afección muy significativa sobre los humedales, como se puede apreciar en Portugal y en Doñana".

Y allí donde se asienta el camalote es muy difícil erradicarlo. Sobre todo por sus enormes posibilidades de reproducción. Tanto por semilla como asexualmente, a través de estolones o fragmentación de plantas. Hasta una semilla de jacinto de agua, trasladada en un pájaro, por ejemplo, puede hacer alumbrar la temida planta conservando su capacidad germinativa hasta 20 años después.

Impacto ecológico "tremendo"

Por su tamaño y su rápido crecimiento, favorecidos por una fotosíntesis de alto rendimiento, los impactos de un medio colonizado por el jacinto son fácilmente detectables porque arrasa la biodiversidad. "Tiene un impacto ecológico tremendo; elimina la vegetación sumergida, modifica el hábitat, disminuye el oxígeno, baja las temperaturas, cambia la fauna", resumía el profesor García Murillo en una reciente conferencia en la Universidad Internacional de Menéndez Pelayo.

Por si fuera poco, y según la investigación de Ramil-Rego, las plantas de jacinto de agua sirven como hábitat para distintas especies de insectos consideradas "como plagas de cultivos o incluso vectores de enfermedades para el ganado o el hombre". Además, sus gigantescos mantos generan otros problemas, como interferencias en la navegación o la obstrucción de infraestructuras hidráulicas.

La inocente apariencia de una flor demoledora

  • Originario de Sudamérica, el "inocente" jacinto de agua es una especie flotadora, acuática y perenne, de grandes hojas y flores azuladas o lilas, y en muy raras ocasiones, blancas. Prefiere los lagos, lagunas o estanques, aunque habita igual en medios de aguas corrientes en los que la velocidad del caudal es más reducida, como ríos, canales o zanjas de drenajes. Nunca germina en zonas heladas sino de temperaturas medias.En seis años logró ocupar 17.000 hectáreas del Lago Victoria entre Tanzania, Kenia y Uganda, circunstancia que los expertos achacan a una "negligente gestión". De otra forma no se explicaría semejante colonización por parte de unos ejemplares que no destacan precisamente por sus grandes dimensiones. Sus hojas miden 16 centímetros y de su corto tallo surge un ramillete de raíces amarronado que alcanza los 150 centímetros, su mayor extremidad.

21 millones gastados en el Guadiana para frenar una plaga que se extiende por 80 kilómetros de río

  • El jacinto de agua se extiende por 70 países. En Europa las zonas más afectadas se concentran en Portugal, España e Italia. En el país vecino castiga seriamente a espacios de singular valor medioambiental, como el humedal Paul de Boquilobo. Situado entre la confluencia de los ríos Almonda y Tajo, esta joya ecológica pertenece a la Red Mundial de Reservas de la Biosfera. Aquí las autoridades llevan años combatiendo la plaga que, sin embargo, ahora crece a lo largo y ancho del país.Andalucía y Extremadura lideran la batalla española contra el camalote. Desde que en 2004 se detectó en Badajoz, en la cuenca del Guadiana, el coste de los trabajos para mitigar su impacto en este río supera los 21 millones de euros. En 2012, los operarios de la Confederación Hidrográfica llegaron a retirar una media diaria de 35 toneladas. Entonces el jacinto de agua crecía ya a lo largo de 80 kilómetros del Guadiana.En Galicia se tuvo constancia por primera vez de su presencia en 1988 al emplearse como ornamento en estanques municipales de A Coruña. Ahora sería impensable verla embelleciendo un espacio público, ni siquiera privado, al estar prohibido por ley su "posesión, transporte, tráfico y comercio de ejemplares vivos o muertos, o restos de propágulo".La última vez que intentó asentarse en tierras gallegas fue en febrero de 2000 en la laguna de Balea (Cangas), donde se retiró una población de camalote que ocupaba 20 metros cuadrados.

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