Setenta y un año después de que tocase el agua por primera vez, el Bernardo Alfageme se despidió ayer definitivamente del marBernardoAlfageme. En 1941 el barco dejaba los astilleros de Barreras para emprender una azarosa vida que le llevó por los mares del Gran Sol y el sur de Portugal. En 1998 fue dado de baja a la espera de destino. Durante años su sino parecía el olvido y el desguace, como le ocurrió a tantos buques hermanos. En el año 2000, la Corporación Municipal decidió conservarlo y parecía que por fin se aclaraba su futuro. Pero no fue así. De hecho, y pese a una costosa restauración, el barco llegó a hundirse en los muelles de Bouzas. Ha habido que esperar catorce años, y otra nueva rehabilitación, para que finalmente el Alfageme amarre definitivamente... en tierra. Esta mole de acero de 27 metros de eslora, y uno de los escasos ejemplos que perviven de la construcción naval de la primera mitad del siglo XX, ponía anoche rumbo a la rotonda de Coia en una compleja operación de traslado que se inició a primera hora de la mañana de ayer y que concluyó la pasada madrugada.

Pese a que todos los grupos municipales comparten y defienden la necesidad de preservar el Bernardo Alfageme, las diferencias sobre su ubicación -el gobierno local apostó por la rotonda, mientras que PP y BNG creen que el entorno del Museo del Mar era el lugar idóneo-, y el grado de rehabilitación -Concello y PP entienden que solo era posible hacerlo con el casco porque el resto está irremediablemente deteriorado; el Bloque quería que los trabajos se extendiesen al interior- han generado una ruidosa polémica sobre este pesquero. Además, la oposición de un grupo de personas, que se ha venido concentrando en las proximidades de la glorieta para reclamar que el dinero invertido en el barco sea destinado a fines sociales, ha elevado la controversia.

Los trabajos del traslado comenzaron a las nueve de la mañana con el montaje de las grúas Doniz en el muelle número 4 de Beiramar, frente a Frigoríficos Berbés. En torno a las seis de la tarde, esas gigantescas plumas -que lo había remolcado desde los astilleros Cardama, responsable de la última restauración- para colocarlo en una "góndola de transporte". Aunque su transporte hasta Coia no se inició hasta la medianoche, decenas de personas se concentraron en el entorno de la dársena desde última hora de la tarde gritando proclamas en contra de ubicarlo en Coia e intentando evitar el paso del camión con el barco. Al mismo tiempo, un nutrido grupo de agentes de la policía -local y nacional- controlaban la zona para evitar incidentes.

El gobierno local, con su alcalde Abel Caballero a la cabeza, ha defendido la instalación del buque, un icono de la cultura pesquera gallega, en Coia como "el homenaje de la ciudad a la gente del mar." Convencido de que "los ciudadanos lo quieren de forma masiva", atribuyó el rechazo "a un grupo reducido que no quiere que Vigo progrese". Amparado en esa convicción, siempre defendió que el Bernardo Alfageme estaría en Coia. Desde la pasada madrugada es así.