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El "templo" cumple 90 años

Las obras de Balaídos arrancaron en marzo de 1925 y finalizaron en 1928, tras renunciarse a parte del proyecto por falta de fondos

El "templo" del celtismo tras su construcción, a finales de los años 20. // Archivo Pacheco

El 5 de marzo de 1925 Coia amaneció convertida en un hervidero de apasionados del fútbol. Bajo un cielo plagado de nubes esa tarde medían sus fuerzas en el campo del barrio un jovencísimo Real Club Celta -el equipo se había fundado en agosto de 1923, tras la unión del Vigo y Fortuna- y el Boca Junior, de Argentina. La magia del lance traspasó las fronteras de Vigo y atrajo a cientos de aficionados de toda Galicia. Tantos, que el modesto campo de Coia se quedó corto y decenas de personas tuvieron que encaramarse a árboles, tejados... lindantes a las gradas para seguir el partido. Media decena de aquellos devotos del fútbol decidió subirse a la cubierta de una fábrica de conservas abandonada, que terminó desplomándose bajo el peso de la hinchada. El resultado: según la crónica del día siguiente en FARO DE VIGO, decenas de heridos, que hubo que rescatar de entre los escombros; caos; la suspensión temporal del partido; y un bochorno mayúsculo.

El episodio ante el Boca Juniors subrayaba una carencia que los seguidores del Celta conocían bien: el campo de Coia -en el que jugaba el club local- ya no era suficiente. Vigo necesitaba un estadio a la altura del Celta, que apuntaba a la primera fila del fútbol español, "un gran campo capaz de llenar nuestras necesidades" -en palabras publicadas en 1923 por "Handicap", el célebre redactor deportivo de FARO.

Ese estadio -que con el tiempo se convirtió en la catedral del celtismo- empezó a fraguarse en Balaídos en 1924 y tomó un impulso definitivo a mediados de marzo de 1925, con el inicio de los trabajos. Tres años más tarde -el 30 de diciembre de 1928- el balón ya rodaba sobre el césped de Balaídos. El celtismo celebra ahora el 90 aniversario de las obras originales del estadio con una completa reforma, más ambiciosa que la de 1982.

El experiodista de FARO Fernando Gallego detalla en su obra Historia del Celta, 90 años de pasión por Vigo que el proyecto del campo de Balaídos empezó a gestarse a finales de 1924, "después de que se le comunicase al Celta que debía abandonar el campo de Coia por los nuevos tramos del tranvía". En septiembre Ricardo Mella avanzaba un anteproyecto de estadio, con capacidad para más de 20.000 personas, similar al definitivo, pero que no llegó a concretarse.

El Archivo Pacheco y la hemeroteca conservan fotografías en las que se ve a Mella mostrando sus planos a aficionados -"Handicap", entre ellos- en 1924 e incluso obreros durante las labores para desviar el cauce del Lagares de los terrenos que ocuparía el futuro campo y evitar que se inundara. A principios de los años 20 no era extraño ver a cazadores por el entorno en busca de patos. Una de las primeros labores que se acometió en el solar consistió, precisamente, en elevarlo cerca de 50 cm sobre los campos.

La obra -explica Fernando Gallego en su Historia del Celta- la promovió la sociedad Stadium de Balaídos S.A., formada por Julián Valverde Pérez, promotor del ferrocarril a La Ramallosa; Victorio Pis Bautista, presidente de Tranvías de Vigo S.A.; Ramón González y Joaquín Fontán Ozores. Para edificar el estadio la entidad puso sus ojos en un terreno de algo más de 3.000 m2 de Balaídos -dedicados por entonces a la fabricación de tejas-. Las parcelas sobre las que hoy se levanta Citroën eran entonces un maizal.

El proyecto definitivo de la catedral del celtismo se encargó al prestigioso arquitecto Jenaro de la Fuente, quien diseñó un campo de 110x70 metros -el de Coia era de 101x60,5 m-, con pistas de atletismo, dos cantinas y dos pabellones -uno se destinaría a bar de lujo para los aficionados de Preferencia y otro para el club que explotara el estadio- con terrazas sobre el campo de juego. El Archivo Pacheco conserva aún fotos de la maqueta que planteó De la Fuente, en la que destaca la elegancia del cierre y los accesos.

Aquella propuesta no pudo pasar sin embargo de la maqueta. Para financiar la costosa obra -estimada en un millón de pesetas- Stadium Balaídos S.A. sacó a la venta acciones que no lograron el éxito esperado en el mercado. A medida que avanzaban los meses y en vista del ritmo de comercialización, los promotores del estadio fueron suprimiendo lujos. El bello cierre exterior, por ejemplo, se sustituyó por un muro de cemento. El terreno de juego también mermó: de los 110x65 m previstos se "bajó" a 106x65.

No solo eso. También hubo que aplazar dos años la fecha de inauguración del estadio de Vigo, anunciada en un principio para finales de 1926. La ansiada celebración no llegó hasta al 30 de diciembre de 1928 y se conmemoró con un partido entre el Celta y el Real Unión de Irún, por entonces uno de los conjuntos más fuertes del fútbol español. A la cita acudieron aficionados de toda la comarca. El gol bautismal del campo lo marcó Gracilano, que anotó el primero de los siete tantos con los que ganó el Celta.

Eso sí, pese a la capacidad de Balaídos para acoger a aficionados, algunos de los más osados siguieron buscando lugares imposibles para disfrutar de los goles del Celta sin pagar entrada. En fotos de la época pueden verse a hinchas encaramados a árboles para seguir el partido.

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