Guillermo en la Pastelería Montserrat de Vigo // Adrián Irago

Guillermo pertenece a la segunda generación de la pastelería Montserrat. Sus padres, Rogelio Sobrino y María Dolores Baeza, cogieron en 1968 un local lóbrego de unos 100 metros cuadrados, en el número 37 de Doctor Cadaval, y lo convirtieron en una pastelería artesana, reconocida por la calidad de su materia prima. Ahora él lleva la Gerencia y su hermano, Rogelio, es propietario. Heredaron la renta antigua de sus padres, por la que pagaban una renta de 350 euros, lo que les permitió mantener los precios estables durante años, a pesar de la crisis, y "hacerlo muy competitivos". "El INE, que viene cada mes a controlarlos, estaba sorprendido de que llevaran congelados tanto tiempo". El de los bombones, por ejemplo, no ha variado en más de 8 años. Ahora, piden "comprensión" a sus clientes, porque se ven obligados a subirlos "un poco" por el incremento en un 175% del arrendamiento. Añade que, aún así, son "medio-bajos para el nivel de artesanía de la pastelería".

"Era un alquiler ventajoso y entendemos que quieran revalorizar para sacarle rendimiento", cuenta. Podían haber centralizado todo el negocio en el local que tienen en Bouzas, "pero a Montserrat se le conoce por la tienda del centro". La negociación con los cinco hermanos dueños del local discurrió con "buena sintonía", a lo largo de todo 2014. "Ambas partes han cedido y hemos llegado a un acuerdo justo y equilibrado", considera. Señala que "los negocios que se han mantenido en la zona tienen una renta inferior a 1.000 euros y argumenta que "si el dueño quiere apretar demasiado, tendrá un constantes ir y venir de inquilinos".