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Un cambio histórico

Rafael J. Portanet inició en el mes de noviembre de 1964 un mandato de seis años que revolucionó la ciudad

Instante del acto solemne en la Casa Consistorial. // FdV

El 28 de noviembre de 1964, a la una de la tarde, es decir, hace 50 años, Rafael J. Portanet se convirtió en el alcalde de Vigo en una solemne ceremonia que se desarrolló en la Casa Consistorial y a la que asistieron numerosas personalidades de la época y también un enorme gentío. Comenzaba de esta manera su mandato de seis años, hasta el mes de marzo de 1970, que transformó la ciudad. Su especial carácter fue criticado por muchos y también reconocido por otros. Pero todos consideran que fue un regidor que se acercó al pueblo y comprendió muchas de sus necesidades.

En el tiempo que estuvo en el cargo ejecutó muchas de las infraestructuras que hoy en día se conservan. Su legado a la ciudad se puede encontrar en diversas zonas. Quizás una de las más visibles son los autobuses urbanos, conocidos como 'vitrasas', que sustituyeron a los populares tranvías. Una decisión que le causó muchos problemas e incluso motivó una investigación judicial.

Rafael J. Portanet había nacido en Cangas, pero desde muy joven vivió en Vigo. Durante 37 años ocupó varios cargos, entre ellos el de Delegado de la Zona Franca. Precisamente tenía este puesto cuando le propusieron ser alcalde en sustitución de José Ramón Fontán.Cuando llegó a la Alcaldía estaba Valcarce Reboreda, que ocupaba ese lugar de manera accidental.

En su primer discurso, publicado de forma íntegra en las páginas del Decano, ya dejaba entrever sus ideas para el futuro. Entre otras cosas dijo que "es de verdadera urgencia que Vigo cambie" y que "se convierta en la ciudad más cuidada de España". Pidió "paciencia para resolver los problema de Vigo, que son muy viejos".

En otros momentos destacó la importancia de desarrollar numerosos proyectos, que no llegó a concretar, y desveló que sobraban trabajadores en el Ayuntamiento.

Ese particular empeño por mejorar la ciudad le llevó a adoptar algunas rutinas de manera muy particular. Se levantaba muy temprano y antes de acudir a su despacho recorría la ciudad durante una hora para tomar nota de las posibles mejores que se podían realizar. También, según reconoció más tarde, realizó numerosos viajes a otras ciudades en busca de ideas que después podría implantar aquí.

Dedicó especial importancia a los parques y jardines. "Los vecinos de Vigo merecen tener lugares de esparcimiento", dijo en más de una ocasión. Teis y O Calvario fueron sus lugares preferidos y en ellos realizó numerosas actuaciones. Pero también en A Guía y O Castro se concentraron parte de sus miradas. En este último lugar fue el que incentivó la construcción de un parque infantil de tráfico, que hoy en día se conserva en pleno uso.

Mantuvo una estrecha relación con Citroën. La empresa automovilística se había asentado de forma definitiva en la ciudad cuando era el Delegado de la Zona Franca.

A Rafael J. Portanet se le atribuye una gran parte del desarrollo del barrio de Coia, tanto en infraestructura como en el diseño de la zona. Eso le llevó a pensar en redactar un Plan de Ordenación Urbana para Vigo, aunque finalmente no fue aprobado bajo su mandato.

Con el Celta también tuvo un gran contacto. Especialmente con Balaídos. Fue el alcalde que impulsó la instalación de la iluminación eléctrica en el estadio, por lo que ya se podían jugar encuentros por la noche. Fue uno de los grandes avances de la época.

Pero sin duda una de sus decisiones más llamativas fue el cambio de los tranvías por los autobuses. Fue una decisión que causó polémica entre los vecinos, que consideraban este medio de transporte como el más indicado para Vigo. La concesión a Vitrasa del nuevo servicio también estuvo salpicada de polémica e incluso se abrió una investigación judicial.

Rafael J. Portanet dimitió como alcalde el 20 de marzo de 1970. Algunas fuentes dicen que le obligaron a dejar el cargo. Su vida política siguió. Fue diputado por Coalición Democrática y estaba presente en el asalto al Congreso de los Diputados el 23 de febrero cuando entró Tejero. Murió en 1988 en Vigo y una calle próxima a Balaídos y a Citroën lleva su nombre en la actualidad.

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