Este edificio lo recuerdo desde niño, siempre funcionando; mujeres que subían y bajaban por las rampas que dan a la Avenida de Beiramar, con sus carros cargados de patenas de sardinas; y por Tomás Alonso, pasando en el bus del colegio, llamaban la atención los jardines, antesala de la gran nave de la fábrica.

Nos interesa el trabajo del arquitecto en la integración del edificio en la ciudad, entendiendo la pieza como parte del tejido urbano. El proyecto no se limita a la definición del edificio en sí mismo, sino que abarca un objetivo más amplio, abordando su encaje en el paisaje urbano, tanto en sus frentes a las calles Tomás Alonso y Avenida de Beiramar como hacia la propia ribera del mar.

Proyecta unos jardines hacia Tomás Alonso, entre la nave principal y la calle, entendidos como antesala y presentación del edificio principal, permitiendo su apreciación desde la distancia y dotándole de un alto grado de representatividad. Por otro lado, hacia el mar, repite la fachada, dotándola de la misma importancia, ya que formará parte de la fachada de la ciudad al mar.

Otro de los grandes valores y oportunidades de este edificio es el seguir estando ahí, como parte del riquísimo patrimonio industrial de la ciudad. Integrado en el tejido residencial, al que complementa y enriquece desde un punto de vista espacial y formal, siendo un reto de nuestros días encontrarle un nuevo uso que contribuya a dinamizar la ciudad. Nos hace pensar en actuaciones como la del Matadero en Madrid, convertido en referente de actividades de vanguardia.

Nos interesa la posibilidad que existe de pensar como conservarlo y aprovechar su valor como potencialidad en la diversidad de la evolución urbana. La identidad de una ciudad se va conformando en el tiempo y este edificio, junto a otros muchos, representa una época.

Nos alegramos de este homenaje a Manuel Gómez Román por su obra que aportó calidad a la ciudad de Vigo y qué mejor homenaje que su obra se reconozca y perdure en el tiempo.

*Villacé y Cominges Arquitectos