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Los delitos en la red

Cuando el ciberacoso es "grooming": el ocio virtual que acaba en extorsión

Expertos en telemática aconsejan a padres y educadores concienciar a los menores del alto riesgo de enviar fotos comprometidas a través de redes sociales a personas que apenas conocen para evitar situaciones de chantaje y acoso

Cuando el ciberacoso es "grooming": el ocio virtual que acaba en extorsión

"En un primer momento entran en contacto con los menores a través de un perfil falso en internet, haciéndose pasar por uno más de ellos en las redes sociales. Si se presentaran como hombres de 40 años no los admitirían". Este es el primer paso del grooming, una práctica que, según explican expertos en telemática consultados, utilizan acosadores mayores de edad en la red para ganarse la confianza de los pequeños y pequeñas y, aprovechando su inocencia, envolverlos en una trampa sexual con chantajes incluidos de la que, cuando se dan cuenta, ya no pueden salir.

Como un amigo más en el perfil de las redes sociales, los autores de un supuesto grooming consiguen información íntima y se las arreglan para convencer al menor de que hay un mayor (que es él mismo) dispuesto a darles regalos, dinero o recargarles el móvil por una imagen en bikini, en topless o de otro tipo. Pero este contacto ya sería vía Whatsapp, normalmente. Una vez que el acosador obtiene una foto y/o información íntima del niño o niña, ya posee las bazas para la extorsión, amenazándoles con publicar las imágenes o contarles a todos los compañeros las intimidades si no acceden a enviar más fotos, cada vez más subidas de tono o incluso con intercambios de vídeos a través de la webcam.

Así lo explican fuentes de la investigación de delitos de acoso en la red, que apuntan que no solo utilizan una estrategia para llegar a los menores. "Sí existe un interés sexual, es común que pretendan pedir cosas íntimas al menor a través de la webcam, por ejemplo. Se puede distinguir entre pedófilos, que consumen pornografía infantil pero no buscan contacto sexual, y pederastas, que sí lo pretenden, más allá de la red", añaden. También hay casos de grooming en los que los acosadores consiguen robar la identidad en las redes de los adolescentes (consiguiendo contraseñas) y la extorsión ya empieza desde ese momento: si quieres que te devuelva tu perfil tienes que... y así empieza la estrategia de chantaje. En cuanto el adolescente cruza esa barrera inicial enviando al agresor un documento comprometido, entra en un bucle del que es complicado escapar.

¿Cómo detectar un caso de grooming? Los expertos apuntan que no es fácil y que, en definitiva, "todos los secretos de prevención y control están en la educación". Si el menor se atreve a contarlo o se detectan fotos comprometidas en el móvil por cualquier razón, denunciar es lo primero. De no ser así y el tema avanza, existen indicadores que suelen ser comunes a otro tipo de acoso en la red: una dependencia del móvil o del ordenador mucho más alta de lo normal por parte del menor, nerviosismo, falta de apetito o bajo rendimiento escolar. Todo ello debe hacer sospechar a los progenitores de que algo puede estar ocurriendo en el universo virtual del menor. "Hay que cambiar el chip", advierten los expertos en este tipo de investigaciones: los padres han de convencerse de que aunque los niños tienen identidad digital no saben de ordenadores. Por ejemplo, está más que asumido que en la calle no hablen con desconocidos, pero en el ámbito virtual esto no funciona porque dichos desconocidos utilizan perfiles falsos y hay mucho peligro en la red, argumentan las fuentes especializadas.

Poco conscientes del peligro

Son conscientes de que el ideal de "navegar todos juntos, en familia no existe": el menor quiere su propio espacio en internet y en las redes. "Cuando se toma conciencia de que el niño o niña puede sufrir peligros y se le educa avisando de los riesgos, como enviar fotos comprometidas cuyo control se pierde en internet una vez que se mandan o se cuelgan en las redes, se pueden fijar pautas de uso: tiempo para estar conectado o lugares", añaden los expertos. Como en la vida real, aceptar a desconocidos en los perfiles de las redes sociales conlleva riesgos. En principio, ellos no son conscientes del peligro en la red, ni piensan en las consecuencias futuras de enviar una foto subida de tono: "no protegen su intimidad en la red lo más mínimo, y eso también se educa". "Además, el menor no quiere contarlo porque teme que los padres le retiren el móvil y también las represalias del acosador", añaden.

Una variable del ciberacoso es el sexting, que empieza como un intercambio de fotos eróticas con alguien, una pareja o un ligue, por ejemplo. Esta práctica puede acabar en chantaje también, si llega a manos de alguien que quiera utilizarla para hacerle daño a la protagonista de la imagen, normalmente de contenido delicado. Una vez que la foto sale de la terminal del móvil o del ordenador es el pistoletazo de la pérdida de control de la fotografía. Concienciar del riesgo de que todo el mundo pueda ver la imagen es crucial, indican. El ciberbullying, otra de las variables, se basa en el acoso entre menores, vinculado al ámbito escolar. Como en las anteriores, la víctima puede caer en depresión y aislamiento.

"Hay que tener clara una cosa: cuanta más información aportes a las redes más vulnerable eres", concluyen los especialistas de investigaciones de acoso en la red.

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