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Fue noticia en 1984

Abordaje y naufragio

El barco vigués "Monte Furado" se hundió en Namibia tras ser embestido por un buque cubano, pero sus 24 marineros se salvaron

Llegada de los marineros supervivientes al aeropuerto de Peinador. // Cameselle

Hace 30 años que el Monte Furado se hundió frente a las costas de Namibia después de ser embestido por el Río Contramaestre, un barco cubano. Veinticuatro marineros gallegos, la mayor parte de ellos de la provincia de Pontevedra, estuvieron en grave riesgo. Todos volvieron a casa. En el aeropuerto de Peinador fueron recibidos por familiares y amigos después de varios días de angustia. La secuencia de lo acontecido contiene numerosas aristas, casi todas ellas con Vigo como referencia.

El Monte Furado tenía su base en el puerto vigués. Llevaba cuatro meses faenando. Le quedaba un día para volver a casa. De repente se encontró con el Río Contramaestre. Cuatro golpes contra la embarcación gallega provocaron su hundimiento. Los 24 marineros se vieron obligados a lanzarse al agua, aunque tuvieron tiempo de utilizar las lanchas salvavidas.

No había una explicación lógica al accidente. "Es como si quisiera hundirnos", explicaban los marineros a su llegada a Vigo. Desvelaban que incluso el barco cubano se alejó de la zona sin socorrerlos. Por todo ello, los armadores y el capitán, el vigués Miguel Sanroman, presentaron una denuncia.

Se sospechaba, según las primeras informaciones, que el barco cubano tenía puesto el piloto automático en el momento de la colisión y que ninguna persona estaba al mando. Es una teoría que los marineros gallegos destacaron como muy probable, aunque nunca se pudo demostrar que fuera real.

El Río Contramaestre también tenía vínculos vigueses. Un convenio de colaboración entre España y Cuba fomentó la construcción de varios barcos en Ascón y Barreras. Entre ellos, el protagonista del incidente. El barco cubano había estado en Construcciones Navales Freire un mes antes de abordar al Monte Furado para realizar algunas reparaciones.

En aguas de Namibia también se encontraba el Río Verdugo, que tenía su base en Marín. Fue el que ayudó a los marineros a ponerse a salvo. Su intervención fue decisiva. La rapidez con la que recogió sus redes y fue al encuentro de los náufragos resultó determinante.

El Monte Furado se fue al fondo del mar con los 70 millones de pesetas de carga que tenía en sus bodegas. La embarcación estaba valorada en 200 millones. Su eslora era de 47,20 metros y pesaba 452 toneladas. La tripulación la componían 24 marineros, la mayor parte de ellos de la provincia de Pontevedra, aunque alguno de ellos también residía en A Coruña.

Manuel Sanromán era el capitán. José Camino Fernández el primer oficial y Claudio Miranda el jefe de máquinas. Ellos estuvieron varios días en Sudáfrica para presentar la denuncia contra el arrastrero cubano. Le acusaban directamente del accidente y además de no hacer nada por los marineros que se quedaron en los botres salvavidas. Huyeron del lugar.

A Vigo llegó el 19 de octubre el resto de la tripulación: Paulino Malvido, José Faría, Faustino Alonso, Victoriano Martínez, Manuel González, Alberto Albar, Andrés Mariño, Francisco Ruibal, Antonio Gómez, Marcelino Davila, Julio Costas, Luis Curra, Manuel Martínez, José Manuel Dios, Joaquín Carrera, Antonio Santos, Adolfo Álvarez, Vicente García y José Manuel Cabral.

Algunos de ellos tenían una amplia experiencia en el mar y ya había sufrido algún incidente, pero no tan grave como el que sucedió en el caladero de Namibia. A su llegada a Peinador, en medio de fuertes emociones, contaron que en algunos casos llevaban casi treinta años faenando y nunca se había encontrado con un barco que les golpeara y después se alejara. En sus rostros quedaba reflejada la indignación por lo ocurrido. Sus familiares no pudieron evitar las lágrimas en Peinador. Habían vivido con una gran angustia durante varios días.

Varios de aquellos marineros, ya veteranos, anunciaron que no volverían al mar. Otros sí lo hicieron. "Es nuestro trabajo", recalcaban.

El accidente se saldó sin heridos. Después se produjeron otros con diversas consecuencias. El hundimiento del Monte Furado todavía se recuerda por la forma en que se produjo y también por el desenlace alegre y emocionante con el que terminó.

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