Los fondos marinos de Cíes ofrecen de nuevo a la ciencia un privilegiado laboratorio donde experimentar con las más innovadoras técnicas de investigación. Como la desarrollada por un equipo de biólogos del Centro de Estudios Avanzados de Blanes (Girona), perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Comandado por el profesor de investigación Xavier Turon, el pasado mes comenzó a recoger muestras en las rocas sumergidas del archipiélago vigués para extraer su ADN con el objetivo de configurar el más exhaustivo inventario hecho hasta la fecha de la biodiversidad marina de este territorio insular. No solo se proponen determinar el número de especies que habitan en estas aguas, en especial sobre los mantos de roca, de cascajo y arenosos, donde nace y se reproduce la mayoría de las variedades del marisco. También buscan caracterizar e identificar los microscópicos organismos que se presume alimentan a toda esa rica fauna, una misión imposible con los métodos tradicionales basados en la percepción visual por muy potentes lupas que empleen. "Con la secuenciación genética seremos capaces de detectar organismos de hasta 60 micras. Y lo más importante es que podremos determinar si sus poblaciones han sufrido alteraciones", resume Xavier Turon.

Este experto lleva cerca de 30 años dedicado a la investigación -compatibilizándola en diferentes etapas con la docencia- enfocada hacia diferentes vertientes de la biología, como la dinámica de poblaciones de invertebrados bentónicos, la genética y las interacciones de especies introducidas o invasoras. Uno de los últimos estudios en los que participó Turon junto a 270 taxónomos de 32 países alcanzó gran notoriedad en 2012 en publicaciones científicas de prestigio internacional como Current Biology por sus cuantitativas conclusiones. Como esta: "Cerca de un millón de especies pueblan el océano". Y según el biólogo catalán, "aún conocemos sólo una tercera parte ".

Y es que hay vida marina, y mucha, más allá de la que detectan nuestros ojos. De ahí el desafío de descubrirlo a través de la huella genética. Desde su despacho en el citado centro del CSIC, Xavier Turon avanza a este periódico los resultados que espera obtener de la aplicación en Cíes de nuevos métodos genéticos para estudiar la biodiversidad de los fondos marinos. Precisamente recién llegado del Parque Nacional de Cabrera (Baleares), el otro campo de trabajo del denominado proyecto "Metabarpark", financiado por el Organismo Autónomo de Parques Nacionales.

Metabarpark arrancó este septiembre con la recogida de muestras en diferentes puntos de las tres islas del archipiélago vigués por parte de Turon y otros dos miembros de su equipo: Owen Wangensteen, doctor contratado del centro del CSIC en Blanes; y la profesora de la Universidad de Barcelona, Creu Palacín. A partir de ahora, el grueso de la investigación se hará en laboratorio. Los biólogos extraerán el llamado "ADN ambiental" de esas minúsculas comunidades, y se secuenciarán a posteriori una serie de genes indicadores. "Estas secuencias sirven como etiquetas de las especies presentes", apunta Turon. El siguiente paso consiste en definir su identidad. Para ello se comparan esas etiquetas con las disponibles en bases de datos públicas, permitiendo así asignarlas a especies o a grupos de organismos concretos y, por tanto, caracterizar de forma integral la biodiversidad presente.

"Este método se ha desarrollado en los últimos años y no hay prácticamente precedentes de su aplicación a fondos marinos. La técnica ya se aplicó a comunidades de sedimentos, suelos terrestres y a plancton, pero así como en Cíes, en comunidades de sustrato rocoso, no, por lo que en este sentido, es pionero y será una novedad a nivel mundial", enfatiza el investigador.

El 90%, "desconocida"

Los estudios tradicionales de biodiversidad se centran en especies detectadas a simple vista, entre otras razones, porque son las dominantes en biomasa en las comunidades. Sin embargo, con esta metodología se pierde de analizar centenares de animales, plantas, hongos y protistas de pequeño tamaño -"hasta unas décimas de milímetro", precisa Turon- presentes en los fondos marinos. Los estudios indican que más del 90% de la biodiversidad está formada por estos organismos al tiempo que la reconocen como "prácticamente desconocida". Por un lado, sería imposible hacerlo con el procedimiento visual; y por otro, tampoco hay tantos especialistas, taxónomos, centrados en estos grupos de organismos. "En cambio, la importancia de estos componentes de la biodiversidad es crucial, dado que intervienen en el reciclado de los nutrientes, se encuentran en la base de las cadenas tróficas, y son los primeros en responder a perturbaciones del medio ambiente, antes de que los efectos de las mismas sean detectables en los organismos de mayor porte", complementa Xavier Turon.

El equipo vuelve a la isla el próximo año

  • El equipo del profesor de investigación Xavier Turon -en la imagen de la izquierda- acaba de regresar del Parque Nacional de Cabrera, el otro espacio junto con el de Cíes elegido para el estudio "por estar ubicados en mares, aunque diferentes, de comunidades más o menos equivalentes". El próximo año volverán a recoger muestras en Cíes, en fondos como el que aparece en la imagen superior, con una esponja en primer término.

Xavier Turon: "Servirá de alerta antes de apreciar los efectos"

  • El estudio dirigido por Xavier Turon en Cíes tiene a su juicio numerosas ventajas gracias a la posibilidad de detectar la traza genética de los organismos más minúsculos que habitan estas aguas. No solo por porque permite un estudio integral de la biodiversidad, desde lo más grande a lo más pequeño, sino de forma objetiva y repetible. Y lo que es más importante: "Esta biodiversidad oculta formada por organismos de pequeño tamaño es la más sensible a perturbaciones del medio y la primera en alterarse en respuesta a las mismas, por lo que su estudio puede servir como mecanismo de alerta antes de que los efectos sean apreciables macroscópicamente", subraya.Otra de las ventajas está relacionada con la identificación de las especies. Es decir, lo genéticamente analizado en Cíes puede ayudar a otros investigadores del mundo a nominarla correctamente, y al contrario, que algo de lo detectado en la isla viguesa sea desconocido para Turon y coincida con alguna correspondencia nominal registrada en otra parte del planeta. "Pero aun no sabiendo el nombre, sabemos cuántas secuencias genéticas diferentes hay, en qué abundancia y esto para hacer catálogos y comparar comunidades ya nos sirve", asegura.Y en tercer lugar destaca la ventaja numérica y la rapidez. Comparándolo con el sistema tradicional, a través de un microscopio en el laboratorio, Turon se atreve a poner ejemplos. "En la misma muestra, con la técnica genética, en lugar de hallar 100 especies, acabas encontrando tal vez 1.000", indica para a continuación apostillar que aporta cifras "para ejemplificar que se trata de una magnitud de investigación diferente". En lo que no exagera es en la velocidad del proceso: "En enero podremos disponer de los primeros resultados".