La Sociedad Filarmónica de Vigo ha escrito una parte muy importante de la historia musical de la ciudad. Pionera en la organización de eventos concertísticos, madre de la primera escuela de música y promotora de una orquesta sinfónica durante la Guerra Civil, ha logrado subir a los escenarios vigueses primeras figuras de la música clásica. El paso del tiempo relegó al olvido conciertos y detalles de gran relevancia histórica para la urbe. Con motivo de su centenario, que cumple en 2015, la sociedad ha buceado en los archivos para rescatarlos. Para ello, ha contado con la colaboración de las musicólogas María Iglesias y Tamar Adan. Los resultados de esta investigación se recogerán en un libro.

Sobre la base del resumen de la historia de la sociedad que, hace 25 años, elaboró su por entonces presidente, Daniel Quintas, las musicólogas han planteado un "trabajo más exhaustivo" documentando los hechos en hemerotecas y recuperando conciertos de los que no se tenía conocimiento y que ahora "se pueden dotar de la relevancia histórica que nunca debieron perder", sostiene Adan, que elabora su tesis sobre la Filarmónica. La memoria viva de los socios también les ha sido útil.

Quintas fechaba en 1915 el nacimiento de la Filarmónica, que surgió de la inquietud musical de un grupo de la elitista asociación de La Tertulia. Iglesias y Adan han logrado documentar esta constitución con un artículo en la portada de FARO, que recoge la creación de sus estatutos en enero de 1918. Nace para "el cultivo y fomento del arte musical, mediante la celebración de conciertos instrumentales y vocales, organizados ya con elementos de la localidad, o bien con artistas ajenos a ella de reconocido mérito". Se especifica que "las señoras tienen derecho a inscribirse como socias".

La Filarmónica hizo grandes esfuerzos económicos para traer a artistas de renombre, gracias a lo que la programación de clásica de la ciudad vivió una época dorada hasta, probablemente, los años 60. FARO recoge el 2 de junio de 1918 la que pudo ser la primera cita con un reputado artista internacional: el pianista francés Edouard Risler de "dedos prodigiosos". El polaco Arthur Rubinstein, uno de los más grandes pianistas, dio al menos tres recitales entre mayo de 1923 y abril de 1927. Dejó su firma en el piano de cola Bechstein que aún conserva la sociedad, al igual que la clavicenista polaca Wanda Landowska. Uno de los conciertos de los que el colectivo se siente más orgulloso es del que dio en 1932 Pau Casals, uno de los músicos españoles más destacados del siglo pasado. En noviembre de 1935, disfrutaron del mejor representante de la escuela de compositiva soviética junto a Shostakovich: el pianista ruso Serguéi Prokófiev. Hacían parada frecuente en sus giras la Sinfónica del Maestro Arbós, la Filarmónica de Pérez Casas, la Orquesta de Cámara de Berlín...

"Resulta impresionante ver como la sociedad, en épocas duras, seguía haciendo conciertos", subraya Adan. Como durante la Guerra Civil y la posguerra, cuando crearon una alianza que hizo posible la Orquesta Filarmónica de Vigo, dirigida por Mónico García de la Parra, y cuyo nivel se elevó con la incorporación del madrileño Trío Corvino, al que la contienda sorprendió en Vigo. O en los 40, que con el fin de abaratar los costes de las contrataciones, se unieron en la Federación de Filarmónicas gallegas. A partir de los 60, las reseñas en prensa son más escasa y "sus directivos hacen eco de la necesidad de contar con más socios para poder pagar los elevados precios de los artistas". Hoy, ha recuperado un amplio programa sinfónico mediante el convenio con las sinfónicas gallegas y la Afundación.