Bastaría con darse un chapuzón en cualquier zona de la Ría de Vigo para comprobar lo que los expertos consideran una "situación extrema". El agua llega a alcanzar estos días temperaturas de hasta 21 grados, tan elevadas que por primera vez en 23 años, desde que hay registros oficiales, superan a las del aire. ¿Es normal un recalentamiento así de pronunciado en estas fechas? Los oceanógrafos consultados argumentan que lo "realmente extraordinario" es que lleguen a superar esa veintena de grados, y no tanto que se produzca después del verano. Porque también en esta época surge el fenómeno al que apuntan como responsable de esta acuática cuasi termal: el "hundimiento costero".

El conocido en su terminología anglosajona como downwelling explica el movimiento de las aguas superficiales cálidas procedentes del sur que empujadas por los vientos de este componente penetran en las rías. Pero a diferencia de la dinámica protagonizada por el fenómeno contrario, el afloramiento, con el hundimiento costero la masa de agua caliente entra en la ría, golpea en la costa y como en una especie de bucle del que parece incapaz de salir acaba como "apilada, acumulada", como ejemplifica Miguel Gil Couto, científico del Instituto de Investigaciones Marinas (IIM) del CSIC en Bouzas. La regeneración, por tanto, es prácticamente nula, propiciando el asentamiento de toxinas como las que obligan a cerrar los polígonos mejilloneros, y la temperatura acaba por recalentar toda la columna de agua, desde la superficie hasta el fondo, que en la ría viguesa supera los 30 metros.

"Puede que en este caso la situación de recalentamiento se haya agravado por la ausencia de nortadas durante el verano. Es decir, que las aguas ya estaban muy calientes por efecto del sol en la época estival, y con la persistencia de los vientos del sur estos días, una temperatura se haya sumado a la otra y estemos ante este episodio", explica Gil Couto. En todo caso sostiene que "por llamativo que parezca que que el agua esté más caliente que la del ambiente no podemos hablar de una tendencia. Para esto hay que hilar fino, y analizar la temperaturas a lo largo de diez años para ver si estamos ante un recalentamiento extraordinario".

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La precisión de Gil Couto resulta oportuna. Un repaso de los registros meteorológicos cuando comenzaron en España en 1992 permite afirmar que al inicio de un otoño en el área de Vigo nunca el agua de la ría se había calentado tanto como para superar a la atmosférica. Pero los detalles de los datos históricos dejan varias incógnitas sin despejar. Por ejemplo, ¿durante cuánto tiempo, días u horas, la temperatura del agua rebasó a la del aire? Por eso, en rigor, lo que está ocurriendo ahora solo cabría atribuirse, al menos de momento, a una circunstancia puntual, a una climatología cambiante, inestable. "Una situación muy excepcional en lo que al agua se refiere, pero que dura varias semanas", como resume José González, responsable del Observatorio Oceanográfico de Toralla.

Perteneciente a la Estación de Ciencias Marinas de Toralla de la Universidad de Vigo, los medidores de ese observatorio marcaban a media mañana de ayer 17º grados en al aire y 20º en el agua (a 1,5 metros de profundidad). Sin embargo, esta abultada diferencia se iría equilibrando al avanzar el día, e incluso, igualando, como sucedió a las 18.00 horas, cuando los termómetros de ambos parámetros marcaban 20,7º. "Lo normal sería que ahora las aguas estuvieran, al menos en superficie, rondando los 17º, y la realidad es que rozan los 21º. Estamos con una climatología como tropical: llueve a torrentes, hace mucho calor y el agua está hirviendo", concluye González.

Tiburón pescado con caña por Pablo Alonso y Ramón Camiña //La Casa del Pescador

Nada más emerger ayer de unos fondos próximos a Toralla, los biólogos Gonzalo Mucientes y Manuel E. Garci destacan lo que pocas veces sienten tras las numerosas inmersiones que efectúan a lo largo del año: "¡Las aguas hierven!". Mucientes lleva años investigando los escualos más comunes en Galicia y la costa portuguesa. En la actualidad contratado por el Centro de Investigación en Biodiversidad y Recursos Genéticos (CIBIO) de la Universidad de Oporto, confirma capturas por parte de buceadores, por tanto, a poca profundidad, de "quenllas" -tintoreras, como se le conoce a este tiburón- de un metro de largo. "Es cierto que son más habituales por fuera de Cíes, con más fondo, pero tal vez hallan entrado en la ría atraídos por presas que sí entrasen a consecuencia del calentamiento de las aguas. Pero de momento sólo estamos recabando información", apostilla.

Por contra, los marineros profesionales no parecen haber visto nada anormal en la ría en las últimas semanas. Algunos pescadores han detectado "importantes bancos de chinchos" en todo el estuario, aunque el expatrón mayor de Vigo, Julio Alonso, le resta importancia: "Chincho siempre hay y todo el año", zanja.